“Malas
noticias”
Aislyn
La cueva comenzó
a vibrar y sentí como alguien se acercaba a nosotros, miré a Keiran
y me di cuenta de que estaba bloqueado, no podía transportarnos
fuera. Un fogonazo de luz muy parecido al que dio Zaphirah al
aparecer, inundó la penumbra de la cueva, dejando en el suelo a un
hombre casi desnudo y herido. Trevor.
- ¿Qué ha pasado? - dije mientras me arrodillaba en el suelo junto a él.
- Nos están masacrando – dijo con un hilo de voz.
- ¿Quién? ¿Dónde está tu ángel? - pregunté mientras le daba la vuelta, su casi completa desnudez no me preocupo en absoluto, estaba lleno de sangre pero no era toda suya.
- Esta muerta – dijo - la mataron los lacayos de Val, nos están atacando, se ha declarado la guerra entre los tres bandos, nos acusan de matar a Mihail y nosotros pensamos que han matado a uno de nuestros ancianos.
- ¿Rubel era libre? - pregunté sabiendo de antemano la respuesta, si no hubiera sido así, Trevor estaría muerto también.
- Si, desde hace dos días... no puedo creelo, se ha marchado... - era muy normal que guías y brujos estuvieran unidos y que después de su separación siguieran siendo casi inseparables, perderla así había sido un duro golpe para Trevor.
- Voy a curarte las heridas, ¿Cómo nos has encontrado? - pregunté mientras conjuraba un colchón y lo hacia levitar hacia él, para que estuviera más cómodo.
- Te dije que podría encontrarte cuando quisiera – dijo poniéndome esa sonrisa de Don Juan que le caracterizaba.
- ¿Por qué has venido aquí? - preguntó Keiran que estaba de pie junto a mi. Comencé a quitarle la poca ropa que tenia y le deje completamente desnudo para comenzar a limpiar sus heridas. Odiaba a ese tipo, pero no le deseaba la muerte y no iba a dejarle morir como un perro.
- Porque confío en ella y porque estáis huyendo de lo mismo que yo, por lo que no me podéis delatar sin delataros vosotros mismos – en eso el hijo de puta tenia razón.
- Ya está - dije mientras me levantaba y conjuraba una manta para taparle.
- La gente se está volviendo loca, ya no cooperan ,esto es un caos – dijo mientras se incorporaba y dejaba su pecho al descubierto.
- Esto es una locura, no podemos dejarle que se quede, puede ser una trampa – gritó Keiran con fuerza – tú le odias, ¿Por qué le has salvado? - me recriminó.
- Parece que tu demonio está sacando los pies del tiesto, colega ¿estas celoso? - fue lo peor que pudo decir Trevor, Keiran se lanzó contra él como si fuera un tren de mercancías y yo interpuse un escudo entre los dos.
- La testosterona se empieza a oler en el ambiente, chicos, hacer el favor de llevaros bien. Keiran no le hagas daño a no ser que te de un buen motivo para hacerlo, Trevor, no te metas con mi demonio si no quieres morir o que te dejemos aquí tirado – los ojos de mi ex se agrandaron con sorpresa.
- ¿Le prefieres a él que a mi? - me preguntó.
- ¿Qué mierda de pregunta es esa? Keiran ha sido brutalmente sincero conmigo siempre, me ha amenazado millones de veces y me ha hecho daño otras tantas más, es malo y gruñón y que decir de que en cuanto tenga ocasión va a intentar matarme, por supuesto que le prefiero antes que a ti, así que te aconsejo que no me hagas elegir – Keiran se quedo mirándome casi boquiabierto, no se esperaba esa respuesta y Trevor tampoco. El demonio no pudo evitar lanzar una mirada vencedora a mi ex. Hombres...
- Eramos unos críos – empezó a decir Trevor, intente detenerle, pero no me salían las palabras – yo solo estaba fardando delante de mis amigos, todos estaban colados por ti y quería hacerles creer que eras mediocre y aburrida y mala en la cama para evitar que fueras objeto de sus fantasías – eso me dejó algo descolocada, pero ataqué.
- Maldito cabrón... tú me rompiste por la mitad, escuchar esos comentarios tan obscenos, como te reías de mi y como explicabas nuestros encuentros sexuales... me daba asco haberme acostado contigo – vi por el rabillo del ojo que Keiran no perdía ojo de nuestra conversación y note como mi ira empezaba a iluminarle la piel. Respiré profundamente para tranquilizarme.
- Lo siento, de veras. Fue un suplicio perderte, eras lo mejor y más puro que tenia y la cagué, lo destroce todo, solo quiero que me perdones, seguramente vaya a morir pronto y lo único que quiero para irme en paz es tu perdón – sus palabras hicieron un nudo en mi garganta, no sabía como, pero tenia la certeza de que eran sinceras, tan sinceras que me hicieron daño.
- Puedo perdonarte, de hecho ya estas perdonado – dije sinceramente – pero jamas olvidaré aquello.
- Lo entiendo, pero es más de lo que te pido, gracias por darme la paz que necesitaba.
- Chorradas, eres un gilipollas – tajante y al grano, así era mi demonio vengador.
- Me estoy debilitando – dije cuando note que un peso enorme me aplastaba el pecho - no puedo mantener el hechizo tanto tiempo.
- ¿Qué hechizo? - preguntó Trevor.
- Las salvaguardas que he puesto a la cueva y que tú has medio destruido con tu espectacular entrada, y ¿Crees que la cueva tiene calefacción?
- Lo siento, en eso no puedo ayudarte ahora mismo soy incapaz de hacer hechizos – contestó recostándose en la cama – apagalo todo y vente a dormir conmigo, puedo mantenerte caliente.
- No, no será necesario, pondré un fuego – dijo con un gruñido Keiran. Desde que había aparecido Trevor estaba más irascible que de costumbre.
- No enciendas el fuego, es como poner una señal luminosa encima de nosotros, conjuraré dos mantas mas, y pasaremos la noche como podamos.
Después de
conjurar las dos mantas ya casi no me tenia en pie, Keiran me ayudo a
arroparme con una de ellas y me tumbe sobre el frío suelo. Tenia que
haber conjurado dos colchones mas. El demonio no tenia esos poderes
pero se marcho unos minutos y consiguió un enorme colchón donde
cabíamos los dos. Extraño. No le hubiese sido difícil conseguir
dos, pero si era cierto que eran más difíciles de transportar.
Me arrastre como
pude al colchón, no dejaba de tiritar. Keiran estaba al otro lado,
al parecer estaba dormido.
Escuché los
dientes de Trevor castañear acompañando a los míos, teníamos que
hacer algo contra el frió o ambos padeceríamos de hipotermia en
menos de una hora.
- Trevor, tenemos que hacer algo o nos morimos – susurré tiritando.
- No hay posibilidad del calor corporal, estamos los dos congelados – dijo él con el mismo hilo de voz que yo.
- Keiran – dije girándome y tocándole el brazo – nos estamos congelando, ¿puedes hacer algo para calentarnos?
- Si, echarte un polvo a ti y darle a él una paliza, ¿Crees que bastará? - dijo refunfuñando. Le di lo que pretendía ser un golpe fuerte en el brazo, pero no tenia fuerzas y fue más un toque suave que otra cosa.
- No estoy para bromas, en serio, haz algo – supliqué
- No me dejáis encender la bola de luz, por lo que lo único que puedo hacer es conectaros a mi calor corporal, eso implica quitarse casi toda la ropa y pegarse a mi – dijo muy a su pesar – pero no pienso hacerlo con él.
- ¿Funcionaria si yo me pusiera en medio de los dos?¿podría ser conductora del calor hacia Trevor?
- Si, pero en menor medida que yo, fantástico mojigata, vas a hacer un trió.
- Callate y desnudate, Trevor, ven aquí – dije cada vez con menos voz. Trevor se levantó a duras penas y llego hasta nuestro colchón dando tumbos. Lanzó su manta encima de nosotros y se metió debajo a mi lado. Él ya estaba completamente desnudo, Keiran se estaba quitando los pantalones y la camiseta y tuvo que ayudarme a mi a quitarme mi ropa. Me quede con el conjunto negro interior.
Keiran se abrazó
a mi e inmediatamente noté como su calor comenzaba a descongelar mis
músculos, Trevor se pego a mi espalda y gimió con placer al sentir
el calor. Era como fuego, un fuego dulce y reconfortante. Sentía la
respiración de mi demonio sobre mi cabeza y pude sentir como su piel
se ponía de gallina cuando yo respiraba sobre su cuello, no sabía
por qué pero me excito mucho sentir su reacción y pegue mi cuerpo
más al suyo. Prácticamente no sentí la presencia de Trevor en mi
espalda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario