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domingo, 28 de septiembre de 2014

Ragnarok 40


Una llamada inesperada”

Aislyn


Me desperté en el sofá blanco del salón cuando la luz del día empezó a colarse por la ventana, recordé la noche anterior, había estado jugando con Keiran hasta altas horas, debía haberme quedado dormida y no era la única. Estaba recostada sobre las piernas de Keiran, que cuando notó que me movía, estiró todos los músculos de su cuerpo. No me incorporé de inmediato, giré mi cabeza y le miré desde abajo. Ambos nos miramos mutuamente durante lo que pareció una eternidad. No nos dijimos nada, el silencio no era incomodo, era natural, se sentía bien, se sentía correcto estar tan juntos. ¿Pensaría él lo mismo que yo?
Keiran levantó su mano y acarició mi mejilla, una descarga recorrió mi cuerpo calentándolo hasta extremos insospechados, sabía que él sentía mi libido subir como la espuma, y sus ojos brillaron más verdes que nunca. Le deseaba con todas mis fuerzas y estaba harta de complicaciones, si pronto íbamos a morir que más daba que me dejara guiar un poco por mis sentimientos.
Me incorporé sin apartar los ojos de los suyos y me senté a horcajadas sobre él, Keiran agarró mi cintura y me apretó contra su miembro duro por la excitación. No me ande con rodeos, le bese y fue mucho más placentero que cuando lo había hecho en la cueva. Ambos perdimos el control, el beso mi cuello, mi clavícula, el lóbulo de mi oreja, mis labios, todo era ansia, pasión, deseo. Un gemido se escapó de mi garganta y le hizo perder el control de si mismo, me tumbó contra el sofá y se situó encima de mi. Arranque su camisa y pude tocar sus increíbles y bien formados músculos, me recree en la imagen de su tatuaje y empecé a besar su pecho, hasta llegar de nuevo a su boca.
El ring de un maldito teléfono nos asustó a los dos, ambos, ya acostumbrados a las malas sorpresas nos pusimos inmediatamente de pie, y escaneamos el lugar con la mirada hasta dar con un teléfono móvil que había en el mueble del hall. ¿Cómo mierda era posible que hubiera cobertura en ese maldito lugar? ¿Quien coño había dejado ese aparato allí?
Me acerque corriendo a contestar mientras me acomodaba la ropa. Keiran vino detrás de mi.

  • ¿Si? - pregunté nada más descolgar.
  • Aislyn, soy mama – escuchar la voz de Eleonor dejo un agujero en mi pecho.¿Debía decirle que sabía que no era mi madre biológica? Decidí que no, que era mejor que pensase que no lo sabía, porque conociéndola, seguramente lo pasaría mal por mi.
  • ¡Mama! ¿Cómo estas? ¿Cómo está papa? - pregunté como si el tiempo se acabase.
  • Todos estamos bien, el Coven fue atacado esta noche, ha muerto mucha gente, pero los que seguimos vivos estamos combatiendo – mis padres combatiendo, no podía ni imaginarlo. La angustia y la preocupación se apoderó de mi por completo.
  • Huir, venir aquí conmigo – la imploré.
  • No, tenemos que luchar, pero no es por eso que te llamo, escucha atentamente porque no tengo mucho tiempo, he hablado con Railyn – solté una pequeña exclamación – si, ya se que lo sabes todo, espero que me perdones por no habértelo contado nunca, pero eso no es lo que te quiero decir, seguramente cuando la brecha se habrá los demonios va a ir a aniquilar primero a los seres sobrenaturales. Con todos nosotros fuera de juego, la humanidad está perdida, en las estrellas está escrito que tu abrirás esa brecha, no se va a poder hacer nada por impedirlo, ni siquiera se si encerraros como lo hemos hecho va a retrasar la catástrofe. Eres casi inmortal, no vas a envejecer y eso te va a venir bien, porque según la pitonisa del Coven y Raphaela, pasaran más de cien años hasta que podáis cerrar el portal – un golpe sordo se escuchó al otro lado del teléfono, las interferencias ronronearon a través de la linea.
  • Mama, ¿contesta, que pasa? ¿Estás bien? - me puse muy nerviosa, pero antes de que el teléfono quedará en silencio escuché su voz.
  • Si, pero tengo que irme, han entrado en la aldea otra vez, te amo pequeña – inmediatamente colgó.
  • Yo también te amo – dije en vano. Nadie me iba a escuchar al otro lado.
  • ¿Qué ha pasado? - preguntó Keiran cogiéndome por los hombros y entre llantos le conté todo lo que me había dicho mi madre.




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