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martes, 2 de septiembre de 2014

Ragnarok 11




Capitulo 11



Entrenamiento”

Aislyn

Desperté sola en la cama, mi radar biológico me dijo que eran las tres de la tarde y mi estomago comenzó a regañarme nada más abrir los ojos. Me sentía bien, había descansado lo necesario pero aun así no quería salir de la cama, tenia la horrible sensación de que ese día iba a ser peor que el anterior y como buena pitonisa, no me equivocaba.

Mientras me vestía intentaba recordar la noche pasada, todo había sido muy confuso, recordaba el ataque del winlow perfectamente pero luego sólo tenia fragmentos de los acontecimientos que siguieron a mi envenenamiento. Recordaba el coche, a Alec metiéndome en una cama llena de mantas y a la súcubo, la recordaba bebiendo la energía de Keiran, pero eso era todo. Me sentía igual que si me hubiese emborrachado hasta caer en un coma etílico, pero sin la consiguiente resaca del día después.
La casa del detective era muy bonita, no me la había imaginado así, el estilo colonial no se veía mucho por Escocia y patéticamente yo no había salido de allí hasta hace… ¿cuanto ya? ¿Una semana?
Baje corriendo las escaleras y el aroma de un guiso casero hizo que mi estomago brincara con ansias. No hizo falta buscar la cocina, mi olfato me condujo directamente hacia allí
Alec estaba sirviendo tres platos de un estofado que olía a gloria.

  • Por fin despertaste – me dijo nada más verme. Era extraño verle sin su traje. Los tejanos y la camiseta de ACDC le hacían parecer mucho más joven.
  • Tengo muchísima hambre – fue lo único que pude decir sin quitar los ojos del plazo. Tenia una pinta estupenda. Zaphirah paso ronroneando y se restregó fuertemente en mis tobillos. Alec inmediatamente saco un cuenco con agua y pienso y lo dejo en el suelo. La gata se acercó a hacer lo que yo estaba deseando. Comer.
  • Voy a avisar a tu amigo – dijo mientras salía de la cocina.
  • ¿Dónde esta? – pregunté antes de que se marchara.
  • En el sótano, dijo algo de arreglarlo para poder entrenar – contestó antes de cerrar la puerta.

En ese momento recordé algo más de aquella noche. Me había dicho que me enseñaría a defenderme, iba a enseñarme como patear culos para mantenernos vivos, lo necesario para sobrevivir hasta que se liberara. No estaba muy segura de querer hacerlo, pero tenia que ser consecuente, si aprendía lo suficiente seria capaz de defenderme de él cuando llegase el momento. Siempre dicen que el alumno supera al maestro, por lo que yo, me esforzaría al máximo para que eso fuese así

  • ¡Vamos tío! Estaba a punto de perder mis modales y empezar a comer sin ti – le dije al demonio según entro por la puerta seguido de Alec.
  • ¿Vamos tío? – preguntó lanzando una irónica sonrisa – cada día que pasas lejos de tu casa te vuelves más vulgar.
  • Di lo que quieras, no me importa – dije ya con la boca llena - ¿has cocinado tu? – le pregunté a Alec.
  • Si, soy bueno en la cocina – dijo orgulloso mientras se sentaba junto a mi y Keiran.
  • Si, lo eres – le dije antes de cerrar el pico y dedicarme tan solo a engullir y saborear.
  • Haces bien, necesitas energía para el entrenamiento, va a ser un infierno – espetó el demonio mientras degustaba una cucharada de estofado.
  • ¿Qué tipo de entrenamiento vais a hacer? – preguntó Alec.
  • Del tipo que tú no puedes ver – contestó gruñendo mi guía.
  • Pero… - empezó a decir el detective.
  • En esto estoy con él, no puedes vernos ni ayudarnos, es cosa nuestra. Te prometimos acabar con el elfo oscuro y su hembra, y cumpliremos nuestra palabra, pero no pienso involucrarte mas.
  • Bueno, hablando de eso… esta mañana apareció tu foto en la comisaria – me dijo mientras se levantaba y me entregaba una carpeta marrón. Deje de comer y la eche un vistazo. Una foto miá tomada el día de navidad del año pasado, estaba adjunta con una grapa a una ficha policial.

Asesina en serie. Me habían acusado de ser una asesina, no podía creérmelo, no era una vulgar ladrona, era una jodida maníaca. Mis manos comenzaron a temblar cuando vieron los delitos de los que se me acusaba. Matar a toda una familia en Illinois, ¡Si ni siquiera había estado allí!
Intente relajarme y no sentirme mal, pero eso era demasiado pedir, el hambre paso a un segundo lugar parcialmente saciado y me levante de golpe de la mesa.

  • Dentro de cuatro horas saldremos del sótano, esperanos aquí y nos marcharemos a por ese elfo – le dije a Alec – Vamos a entrenar, tengo mucho que aprender – le espeté al demonio. Keiran tomó su última cucharada de estofado y lanzándome una sonrisa tan maliciosa como inquietante se levanto de la silla y salió por la puerta esperando a que le siguiera.
  • Si necesitas ayuda, grita mi nombre – me susurró Alec antes de abandonar la cocina. Esperaba no tener que hacerlo, pero era un alivio contar con ello aunque supiera que el pobre detective no tenia nada que hacer frente a mi guía.

Keiran había quitado todos los trastos del sótano y los había apilado en una esquina. Había mucho espacio para luchar, pero yo no tenia ni idea de cómo empezar. Mis hermanos me habían enseñado algo de artes marciales, pero llevaba sin practicarlas más o menos tres años, desde que el ultimo de ellos, Ian se marcho.

  • Vamos a empezar por algo fácil, como escapar de un atacante mucho más fuerte – según dijo eso se lanzo hacia mi a un velocidad de vértigo y como era lógico acabe en el suelo totalmente inmovilizada.
  • ¡No me has dado tiempo! – le regañe furiosa. Su rodilla estaba sobre mi espalda haciéndome más daño del que llegue a reconocer.
  • No te van a avisar cuando te ataquen – buen punto, pero supuestamente eso era un entrenamiento, aunque empezaba a pensar que era más algún tipo de venganza contra mi.

Las cincuenta siguientes veces, termine igual, inmovilizada en el suelo en un millón de posturas inimaginables. Estaba cansada dolorida y cabreada. Iba a dejar de jugar limpio, al garete con todo, el empleaba su fuerza, yo emplearía mi magia. La siguiente vez que me atacó yo estaba preparada y antes de que me tocara mis dedos lanzaron una descarga eléctrica que le desconcentró durante milésimas de segundo que aproveche para utilizar la telequinesis y lanzarle contra la pared.

  • Ya era hora… jamás habrías podido vencerme en un cuerpo a cuerpo, te ha costado mucho darte cuenta – dijo mientras se levantaba del suelo y volvía a contraatacar, esta vez pillándome a mi por sorpresa. – no bajes la guardia nunca – me susurro al oído mientras me aplastaba contra la pared. Quede encajonada entre su cuerpo y un muro de piedra. ¿Cómo podía salir de allí? Sus manos agarraban fuertemente mis muñecas contra la pared. Tenia que tomarlo por sorpresa, pero el demonio no era estúpido, cualquier movimiento que yo hiciera seria interceptado. Soy una mujer inteligente, así que hice lo que jamás se hubiese esperado. Alcé la vista y enfrente sus ojos, nuestras caras estaba a dos palmos de distancia, su sonrisa de vencedor me dio más fuerzas para hacerlo y su mirada desconfiada al ver mi propia mueca de victoria fue mi detonador. Le bese en los labios con fuerza y funcionó. Se quedo congelado y aproveche el afloje de su agarre para volver a lanzarle lejos de mi, pero ya se sabía ese truco y consiguió hacer rebotar contra mi el golpe telequinetico que me aplasto con fuerza contra la pared. El dolor fue desgarrador y un grito salió sin querer de mi garganta. Había sido como si estuviera contra un muro y un coche impactara contra mi aplastándome fuertemente. Antes de que me diera cuenta mi vista comenzó a nublarse y perdí el conocimiento.


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