“Antes
de lo esperado”
Idris
Esa misma tarde toda la colmena era una
fiesta, la gente conversaba y se relajaba, se reunían frente a
varios fuegos que se habían prendido en la plaza que había en el
centro de la villa. Cantaban y bailaban como si no hubiera un
mañana... y realmente para alguno no lo habría.
El sol comenzaba a ocultarse a lo lejos
y las sombras volvían a caer sobre nosotros. Esa era nuestra última
noche antes de la gran batalla, y aunque el miedo de todos era
palpable en el aire, nadie lo exteriorizaba.
Xander y yo estábamos cerca de una de
las fogatas donde Mary y Erik le contaban un cuento de guerreros y
princesas a varios niños que se habían congregado allí para
escucharlos.
El nox pasó su brazo alrededor de mi
para protegerme más de la fría noche y yo recosté mi cabeza sobre
su pecho, ahora mucho más mullido con el jersey y el anorak.
Me quedé completamente embelesada
mirando el fuego. Las llamas crepitaban con fuerza lanzando chispas a
su alrededor. El crepitar de la madera mientras se carbonizaba
comenzó a transportar mi cabeza hacia otro lugar...
El cambio fue tan paulatino que no me
di cuenta de que realmente me había movido de sitio y lugar.
Me encontraba en un enorme bosque con
miles de arboles frutales, mariposas, y un grandioso sol que
calentaba todos los huesos de mi cuerpo. ¿Era el cielo? Pensé por
un segundo.
El miedo me atrapó por completo. No
era el momento, todavía no podía morir. La agitación y
desesperación se apoderaron de mí.
¿Cómo podía haber pasado algo así,
se suponía que eso no pasaría hasta dentro de al menos un mes?
¿había sido la fecha algo demasiado inviable? Me pregunté a mí
misma desconcertada. Ellos dijeron en el plazo de diez meses o un
año... yo era quien había dado por supuesto que iba a llegar viva a
la batalla. ¿Cómo podía haber sido tan descuidada? Me regañé
cayendo de rodillas sobre ese césped tan sedoso como verde.
Me eche a llorar, lloré sin
desconsuelo cubriendo mis ojos con mis manos, ni siquiera me había
podido despedir de Keiran y Asilyn...
Xander... mi demonio... cuanto lo
sentía por él.
- No te desesperes muchacha – dijo una voz que hubiera reconocido en cualquier parte.
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