“La
despedida y el hasta luego”
Idris
- ¿Qué demonios hacéis? - gritó alguien desde un lugar lejano. Sentí que mi almohada se movía. Espera. Las almohadas no se mueven. Inspiré profundamente y pude sentir como el olor de Xander me inundaba. La voz era de Chistian.
- Esto no es lo que parece – dije nada más abrir los ojos. Xander me miró cabreado.
- Pues explicate – dijo Chistian perdiendo los nervios.
- Ella no tiene nada que explicarte, no te debe nada, no sois pareja, ademas, te marcharas de nuevo en unas pocas horas – contestó Xander haciendo que mi cabreo aumentara.
- No te metas – le dije apartándome de él y poniéndome de pie – anoche estuvimos hablando y nos quedamos dormidos. Punto – expliqué sintiendo como mi ahora habitual temperamento se hacía cargo de la discusión.
- ¿Qué ha querido decir con que no somos nada? - preguntó Chistian esta vez más confuso.
- Nada, no ha querido decir nada, olvidemos esto y aprovechemos las horas que nos quedan antes de que venga el demonio a por ti – como eso sonó mucho a ultimátum añadí rápidamente una coletilla para que no sospechara – no sé cuanto tiempo vas a tardar en regresar la próxima vez, pero no creo que sea mucho más de una semana – aclaré. El entrecejo de Xander estaba fruncido y me miraba con recelo rabia y miedo. Pude sentir en él, el mismo miedo que la noche anterior al enterarse sobre la propuesta del demonio.
Pasé el día con Chistian paseando de
la mano por la colmena, enseñándole algunas casas y aunque la
mayoría de la gente nos miraba con un poco de recelo, lo hacia
también con pena. Todos sabían que Christian no había tenido
elección, sabían que nos habíamos amado y que ahora el cruel
destino nos separaba.
Nos besamos varias veces, unas más
calientes que otras, pero no quise pasar a mayores, no estaba
preparada.
La hora de marcharse cada vez estaba
más próxima y Chistian comenzó a sospechar que algo no iba bien
cuando sintió mi desasosiego.
Mi mano se iba a quedar completamente
pegada a la suya. No quería soltarle, no quería que se marchara...
mi mundo se derrumbaba.
Como podía volver a entregarle así
como así a las tinieblas, como podía hacer algo tan horrible. Tenia
que sacarlo de allí, esta no había sido su decisión, era una
victima igual que todas las personas que estaban en la colmena, todos
eramos victimas y aunque yo sabía que la vida de muchos valía más
que la de una sola persona, no podía evitar pensar que esa sola
persona era Chistian, no era ningún desconocido, era mi Chistian....
Antes de que me diera cuenta el demonio
nos estaba esperando en la linde de la salvaguarda.
Christian se dio la vuelta para
encarame. En sus ojos pude ver que había comprendido más de esa
situación de lo que había dicho o de lo que podría parecerme.
¿Sabría él que podría no volver a
ser el mismo? ¿Sabría que en el momento que saliera de la
salvaguarda se convertiría en un demonio aniquilador sin
sentimientos o remordimientos?
Cogí su rostro con las dos manos y
ante la atenta mirada de todos los que se habían congregado allí
para verlo le bese en los labios, duro y fuerte, mientras las
lagrimas caían por mis mejillas.
Adiós era un beso de despedida, un
beso eterno, un ultimo beso. La injusticia de esa situación me
desgarró por dentro como si me partiera el corazón en dos, pero las
vidas de demasiadas personas estaban en mis manos, no podía
fallarles, no podía ser tan egoísta, tenia que enterrar por fin a
ese Chistian, ese antiguo némesis que ahora se dirigía dándome la
espalda hacían donde se encontraba el demonio, ese niño
cascarrabias que me había hecho pasar por una infancia de lo más
difícil, ese hombre que me había enseñado lo que era el amor.
Me despedí de él en silencio y pude
ver los ojos del maldito demonio clavados en los míos cuando
Chistian traspasó la salvaguarda y al girarse se convirtió en la
bestia de ojos rojos que era.
El dolor de mi corazón era extremo,
incluso con esos ojos su mirada todavía estaba perdida y seguía
teniendo en su rostro esa expresión de cautela.
Solo podía dar gracias a que esa
aberración no recordara nada de su pasado ni nada de lo que había
sucedido allí esas últimas doce horas.
El demonio me gritó para que
respondiera a su pregunta.
Y ante la muy atenta y asustada mirada
de todos incluido un Xander que se había quedado en segundo plano
apoyado sobre una una de las casas, le di mi respuesta.
- No, no hay trato – dije con mi voz casi quebrada.
- ¡Coletas! - gritó el demonio que tenia el rostro de Chistian. Mi corazón se paró por un momento cuando utilizó ese mote que yo tanto odiaba. Pude ver algo más en sus ojos.
- ¡Él lo recuerda todo! - le grité llorando al demonio.
- Si, ahora lo recuerda todo – afirmó el demonio afilando su mirada – ahora aún sabiendo que te recuerda, ¿no quieres salvarlo?¿no quieres salvaros a los dos?
- Es un demonio, no siente nada – le dije sintiendo como la ira me consumía. Luego miré a Xander, apoyado en la pared con los ojos cerrados y me di cuenta de que si sentían y de que si amaban.
- Te sigo amando, sé que no soy como antes pero si estas a mi lado gobernaras conmigo en la oscuridad, te daré lo que quieras por favor ven conmigo.
Las lagrimas hicieron que mi visión se
volviera completamente borrosa, pero mi cabeza no dejaba de
funcionar, el demonio me ofrecía una vida junto al Christian que
conocía y Christian me ofrecía una vida junto a él en el trono de
la oscuridad...
Eso era una locura, Chistian ni
siquiera sabía que yo me iba a morir en menos de tres meses... pero
el demonio me había ofrecido a mi y a él la inmortalidad. Alcé la
cabeza y enjuague mis lagrimas con la manga de mi chaqueta, ambos
querían una respuesta, pero yo solo tenia una pregunta.
- Demonio, si acepto tu propuesta ¿quien pasara a ser el cabecilla de la oscuridad? Porque me imagino que también habrá un precio – dije recelosa.
- Tu nox será quien dirija el ejercito de las sombras, ¿estas dispuesta a cambiar a uno por otro? - esa respuesta me sacudió como un terremoto.
- Ni hablar, no te llevaras a Xander jamas. No. esa es mi respuesta, iremos a la guerra y os diezmaremos lo suficiente para que vuelva a haber equilibrio – le dije al demonio. Sin ni siquiera darme cuenta había corrido hacia Xander y me había situado de manera protectora frente a él. Quien ahora sostenía mi cintura y me instaba a calmarme. Podía ver mi propio aura y estaba de un negro azabache muy poco digno del lado de la luz.
- Te tomaré a la fuerza si es necesario, nos veremos en un mes en la explanada – contestó Chistian mientras se teletransportaba hacia otro lugar. El demonio hizo exactamente lo mismo y yo caí a plomo sobre el suelo. Xander no tuvo reflejos suficientes para sujetarme.
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