“Un
beso en la frente”
Idris
Desperté a Chistian cuando la lluvia
comenzaba a caer con fuerza, el pequeño tejadillo nos libraba de la
mayor parte, pero el agua había comenzado a filtrase y caía
incesantemente sobre nosotros.
Me incliné sobre el bulto envuelto en
la manta que respiraba de forma acompasada y serena. Tenia tanto
sueño que pensé que si seguía escuchando su calmada respiración
iba a conseguir que me durmiera sobre él. Aparté un poco la manta
de su rostro, no sabía bien para qué, podía haberle empujado y
haberle gritado que se despertara, pero algo dentro de mi me empujó
a acercarme y observarle. Era realmente guapo, masculino y sexy. Lo
había sabido siempre, pero la certeza de reconocérmelo a mí misma
me había golpeado con fuerza ese mismo momento.
Justo antes de que me inclinara sobre
su oreja para susurrarle al oído que se despertara, algo
completamente innecesario, ya que podía haber gritado y seguramente
con el ruido de la lluvia y los truenos no hubiera podido escucharme,
por lo que mucho menos iba a escuchar un susurro en su oreja. Según
pronuncié su nombre, sus ojos se abrieron por completo y me quede
con mi cara a un palmo de la suya. Sus labios se curvaron con una de
esas sonrisas torcidas de chico malo que tanto me disgustaba.
- ¿Estabas intentando besarme? - preguntó mientras sacaba un brazo de la manta y en tan solo tres movimientos me metía junto a él en el nidito que había hecho para dormir.
- Ni lo sueñes – le dije nerviosa. Hacia un calor estupendo dentro de su “saco” y por mucho que me disgustara la idea, mi cuerpo no quería salir de allí y yo tampoco.
- ¿Ya es la hora? - preguntó mientras miraba su reloj.
- No lo sé, yo no tengo reloj, Xander me dijo que ya tenia que despertarte – le confesé cada vez con más bostezo. Tenia muchísimo sueño y su calor y su olor me estaban transportando a gran velocidad hacia el reino de Morfeo.
- Esta bien, duerme un poco – dijo besándome la frente. Ambos nos quedamos congelados. ¿A que había venido eso? Dios mio... ¿Qué le había pasado?
- Perdona, todavía estoy algo dormido – se excusó saliendo rápidamente de la manta. Yo me enrolle en ella sin darle más importancia al beso de la que se merecía y por fin pude descansar y dormir todo lo plácidamente posible teniendo en cuenta el ruido de la tormenta que se producía sobre mi cabeza.
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