“La
Alianza”
Idris
No hablé mucho más con nadie durante
ese día, pero me enteré de cuales iban a ser los planes, esa noche
iban a entregar al demonio y Chistian decía que teníamos que salir
de allí antes de que eso sucediera, para evitar que en caso de
ataque estuviéramos en un fuego cruzado que ni nos iba ni nos venia.
A mi me dolía no incluir a Erik en nuestra ecuación, pero no había
nada que hacer, él había tomado su decisión y yo no podía mediar
en nada, así que lo único que intente fue sobreponerme al batacazo
y pensar en el futuro, si conseguíamos cerrar la grieta volvería
aquí con él.
- ¿Ya estas preparada? - me preguntó mi némesis nada más entrar por la puerta del dormitorio.
- Si, ¿nos vamos ya? - pregunté sintiéndome más nerviosa de lo que había imaginado.
- Si, coge tu mochila, ya he metido yo todo lo necesario – me había hecho la maleta, vaya, que considerado.
- Pues vámonos y acabemos con esto cuanto antes – dije mientras me colgaba a la espalda el macuto.
No había nadie para despedirnos, así
lo había preferido yo, no quería tener que decirle adiós a Erik y
él lo sabia.
Salimos por la misma gruta por la que
habíamos entrado el día anterior, no había nadie por los
alrededores ni en las copas de los arboles, pero como ya estaba
anocheciendo, tampoco podía decirlo con seguridad. Seguí a Chistian
en silencio al menos dos kilómetros, la noche ya había caído por
completo y cada vez hacia más frío, la camiseta térmica y los
pantalones ya no eran suficiente.
- ¿Paramos aquí a descansar? - pregunté
- ¡Vaya! Pensé que habías hecho algún estúpido voto de silencio por eso de que tu novio te ha dejado tirada – el comentario fue de lo más grosero y me hizo mucho daño, pero no le iba a dar la satisfacción de verme llorar.
- Que te jodan – le contesté mientras tiraba la mochila al suelo y sacaba una manta,
- Hago yo la primera guardia – dijo sin más haciendo lo mismo que yo y enrollándose en la manta térmica.
- Vale – no tardé mucho en dormirme, estaba agotada, llevábamos más de tres horas caminando sin parar y mi cuerpo no estaba acostumbrado.
Un sueño extraño sobre dragones, nox,
Erik y la gente del pueblo estuvo atormentándome todo el tiempo que
estuve durmiendo, no había descansado nada cuando Chistian me
despertó para que siguiera yo con la guardia. No nos dijimos nada,
simplemente intercambiamos papeles y yo me quede sola despierta
mirando a la penumbra de un bosque que cada vez se parecía menos al
que yo conocía. Estábamos dirigiéndonos hacia el norte por que
Christian así lo había dicho, pero ambos teníamos diferentes
opiniones de como acabar con el problema que se nos estaba
planteando, el estaba decidido a encontrar a una pareja de demonios
para que nos ayudaran a cerrar la grieta. Yo estaba dispuesta a
encontrarlos por que según las historias de mi familia es su sangre,
su muerte la que será capaz de cerrar este infierno.
Un sonido extraño de ramas hizo que
sacara mi pistola de debajo de la manta y apuntara con certeza hacia
donde habían venido los ruidos.
- Tranquila, tú me invitaste a venir – dijo una voz que me heló la sangre. Era el nox.
- ¿Has escapado? - pregunté sorprendida mientras se acercaba a nosotros.
- Pareces sorprendida – y lo estaba, tenia que ser mucho más poderoso de lo que imaginaba – ya te dije que mi misión es la tuya, aunque por motivos distintos, quiero ayudaros a cerrar la grieta.
- Chistian – dije en voz alta para que se despertara – tenemos un nuevo aliado.
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