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lunes, 13 de octubre de 2014

Ragnarok 56



El Cazador”
Idris

A la mañana siguiente Erik despertó a Chistian, eran algo así como las ocho de la mañana y el sol comenzaba a calentar nuestros cuerpos entumecidos. Tenia hambre, pero Erik me había obligado a esperar para comer, al menos hasta despertar a nuestro grano en el culo y a que fueran las nueve.

  • Vamos tío que ya cantan los pajaritos – le dijo Erik mientras movía el bulto que había debajo de la manta. Chistian saco la cabeza completamente despeinado y miró su reloj de muñeca.
  • Las ocho y media – dijo con voz ronca. Genial solo quedaba media hora para comer.

Abrimos unas extrañas latas aplastadas que resultaron ser un filete de carne en salsa, los inventos de esta época eran realmente prácticos, en el momento en el que abríamos la lata, esta se calentaba sola y en pocos minutos todo estaba cocinado y calentito. Poco después de desayunar y recoger nuestras pertenencias, salimos dirección norte. Cada kilómetro que andábamos me iba concienciando más de que no iba a ser fácil encontrar gente, se suponía que se ocultaban de los nox y a la vez se ocultaban de nosotros, después de haber caminado al menos cuatro horas vimos por fin el primer animal que habitaba el bosque.
Erik y Chistian se dispusieron a sacar sus armas para cazarlo.

  • No, no lo hagáis, tenemos comida por el momento – dije mientras miraba al ciervo comer tranquilamente a cincuenta metros de nosotros.
  • Tenemos que ir recogiendo provisiones – me susurro Chistian mientras apuntaba al animal.
  • ¡Te he dicho que no disparéis! - grité haciendo que el ciervo se asustara y huyera.
  • Esto va a ser una pesadilla, ¿te das cuenta de lo que has hecho? - me preguntó con la ira brillando en sus ojos grises.
  • Si, he evitado que matemos a un animal y que la carne se nos estropee con este tiempo y no podamos comerla – contesté enfrentando sus ojos.
  • Me acabáis de joder la caza – dijo una voz detrás de nosotros – no lo habíamos escuchado llegar y Erik ya estaba apuntándolo con el M16.

Me giré despacio para ver a nuestro primer humano, o al menos eso era lo que esperaba, por el momento no me había equivocado, su aspecto era humano, pero recordé lo que Clara había escrito, los nox también parecen humanos. El visitante nos estaba apuntando con un rudimentario arco y miraba con deseo el fusil de asalto de mi amigo.


  • ¿Quienes sois? - nos preguntó sin bajar el arma.
  • Estamos huyendo, como tú – dijo Chistian. La verdad es que yo iba a decir que veníamos del pasado a intentar salvar del mundo, pero imaginé lo que pensaría yo si alguien me dijese eso y me quede callada al lado de él.
  • ¿Sois de alguna aldea cercana? - preguntó el chico mientras bajaba despacio el arco y mis compañeros hacían lo mismo con sus armas.
  • No, estamos solos – le dije yo.
  • Una mujer y dos hombres... ¿estas casada con alguno? - la pregunta nos sorprendió a los tres y nos miramos entre nosotros sin saber que decir.
  • No, no estoy casada y a ti eso ¿Qué más te da? - pregunté dando un paso al frente.
  • Necesitamos mujeres en nuestra aldea, necesitamos niños – parecía que estábamos en el siglo XII y no el el XXII.
  • No estoy disponible, no soy fértil – se me ocurrió soltar semejante disparate porque recordé lo que mi prima o sobrina escribió en el diario, si ellos estaban desesperados por engendrar hijos y las mujeres se negaban seguramente había llegado un momento en el que a muchas las habrían obligado y no quería ser participe de la extinción humana, cargándome a todos los hombres que se me acercaran.
  • Vaya, tenemos muchas mujeres como tú en la aldea, si queréis venir conmigo al pueblo, estaríamos encantados de teneros con nosotros un tiempo – no me gusto mucho como sonó esa invitación y me gusto mucho menos la forma en la que el desconocido miraba nuestras armas, pero una de las cosas que teníamos que hacer era encontrar gente, y al parecer habían sido ellos los que nos habían encontrado a nosotros.

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