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jueves, 28 de agosto de 2014

Ragnarok 5



Capitulo 5



Bar Infierno”
Aislyn


A las diez en punto estaba entrando por la puerta del bar, llevaba puesto un vaquero azul oscuro, unas botas negras por la rodilla y una camiseta negra con un símbolo celta plateado en la espalda, la camiseta dejaba ver una buena parte de mi escote, había transformado mis pulseras de plata en pulserones negros con tachuelas y había pintado mis ojos verdes con lineal negro, mis labios brillaban con un gloss rojo y mis pendientes antes de cuentas rosas los había transformado en plumas negras y platas. Me sentía realmente atractiva, aunque las palabras de Keiran antes de salir del hostal habían sido “ aunque la mona se vista de seda…” maldito demonio. Prefería al Keiran callado e inexpresivo.

  • ¿No pensaras quedarte toda la noche aquí, verdad? – le pregunté temiéndome su respuesta.
  • Si, no tengo nada mejor que hacer – me lo temía, pero me había propuesto ignorarle así que comencé ha hacerlo en el mismo momento en el que salí del hostal.

Cuando entré en el bar me recibió una joven morena muy guapa, al parecer Bout, el dueño que me había contratado no llegaría hasta más tarde. Samy me gustó desde el primer momento.

  • Vaya… ¿ese bombón viene contigo? – no sabía a quien se refería hasta que seguí su mirada. Keiran se había sentado en una de las mesas más apartadas y observaba el decorado del bar con mucha atención.
  • Tienes que estar de broma… ¿bombón? – no me entraba en la cabeza que a alguien le resultase un bombón mi demonio.
  • Bueno… pues me alegro que esté libre – dijo guiñándome un ojo. Deje pasar el comentario, pero lo registré en mi memoria como “ no dejar a Samy acercarse a Keiran”
No me resulto muy difícil coger el ritmo del trabajo, emplee algo de magia para mantener equilibrada la bandeja y para cambiar el gusto de las copas si por error me confundía al servirlas. Para ser mi primer día Samy estaba encantada.

  • ¿De donde eres? – me preguntó cuando estuvimos un momento a solas en la barra.
  • De Escocia, de Edimburgo – no la estaba mintiendo,más o menos era la verdad.
  • Tu acento le gusta a los chicos, espero que no me quites las propinas de mis habituales – me dijo.
  • ¡No! No te preocupes, yo no quiero hacer eso, por favor no… - me cortó de inmediato con una carcajada.
  • Es broma, tranquila, tú eres mi sucesora, dentro de unos días voy a irme a vivir a Reno con mi hermana, solo vais a estar Bout y tú – en ese momento me sentí algo desamparada, me gustaba esa chica.
  • Es una pena… - la sinceridad y preocupación de mi voz pareció ablandarla.
  • Tranquila Bout es un buen tipo, si alguna vez tienes problemas no dudes en acudir a él – después de esas amables palabras se fue corriendo hacia una de las mesas de billar donde un tipo con barba y un pañuelo en la cabeza le hacia señas para que se acercara a tomar su pedido.
La noche paso muy rápido, no me fije en lo que había estado haciendo Keiran, tampoco es que me importara demasiado, poco antes del cierre, Bout llegó algo apurado.

  • Lo siento chicas, he tenido que ir ha hacer algunos encargos y se me ha hecho tarde tomando copas con los repartidores – se disculpó.
  • No hay problema jefe, la nueva se las está apañando mucho mejor de lo que pensaba – dijo Samy guiñándome un ojo.
  • No os preocupéis, marcharos a casa, yo me encargo del cierre.

Samy cogió inmediatamente su chaqueta y se marchó despidiéndose con la mano, yo me quedé para hablar de las condiciones económicas y horarias del trabajo. Bout me explico todo perfectamente y en menos de diez minutos lo tenia todo claro. Trabajaría de Martes a Sábado de diez a cuatro de la mañana, hora del cierre. Cobraría a doce dólares la hora, no era una maravilla, pero era lo suficiente para mantenerme. Haciendo el calculo rápido, cobraría alrededor de los mil cuatrocientos dólares mensuales y podría permitirme buscar un apartamento de unos ochocientos dólares como mucho.
Keiran se levanto de la silla cuando me vio coger el abrigo y se dispuso a salir conmigo del bar. Nada más abrir la puerta nos encontramos de frente con una joven rubia de ojos azules que estaba dispuesta a entrar.

  • Ya estamos cerrando – la informé amablemente.
  • Lo sé, pero necesito usar el teléfono urgentemente, ¿podría entrar? – imaginé que no habría ningún problema en que pasara ya que todavía estaban dentro unos cuantos borrachos de los que Bout se encargaría antes de echar el cierre.
  • Supongo que si, pasa – le dije manteniéndole la puerta abierta.

Caminamos en silencio hacia el hostal, estaba a unos veinte minutos a pie y el silencio pudo conmigo, antes de que me pudiera dar cuenta me olvidé de mi promesa de no dirigir la palabra a Keiran.

  • ¿Siempre has sido tan osco y gruñón? – le pregunté a bocajarro.
  • Si, ¿tienes algún problema con ello? – no me esperaba esa pregunta, pero me alegraba que no sonara tan borde como de costumbre.
  • Pues si, vamos a pasar mucho tiempo juntos, podríamos al menos ser cordiales y hablar un poco, aunque me joda admitirlo, eres la única persona con la que voy a poder hablar con libertad de lo que soy – me sorprendí a mí misma con esas palabras, pero era cierto que extrañaba tener una relación como la de mi hermano y su guía.
  • No tengo intenciones de permanecer mucho tiempo a tu lado, siento como me hago más fuerte que tú, pronto estaré libre – que manía con la libertad.
  • Si no te portas bien voy a estar ordenándote cosas ridículas y aburridas para castigarte – le amenacé
  • Y yo me vengaré de cada una de ellas – dios… que sádico.

Sangre, colmillos, mujer rubia, grito, dolor, muerte, ahora, Palms Street”

La visión del asesinato había inundado mi mente, no me detuve a pensar, tenia que actuar rápido, salí corriendo en dirección contraria sorprendiendo a Keiran, quien corrió detrás miá.

  • ¿Qué pasa? – preguntó
  • Una visión… un asesinato… tengo que ayudarla – le explicaba mientras corría hacia uno de los callejones adyacentes al bar donde trabajaba.
  • Es tarde… huelo mucha sangre – dijo Keiran mientras nos adentramos en el oscuro callejón. Había un bulto en el suelo, estaba demasiado oscuro para distinguirlo bien, pero yo sabía que era. Era la chica que había entrado al bar. Estaba muerta.
  • ¡Oh dios mío! – dije mientras me arrodillaba junto a ella. Sus ojos azules ya no tenían vida. Era el primer cadáver que veía y estaba conmocionada.
  • Sigue aquí – susurró Keiran mientras se ponía en posición de ataque, gruño al aire que nos rodeaba y su sonido hizo que se me erizaran todos los pelos del cuerpo.
  • Mantente alerta y protegernos – mi orden salió de mi boca casi sin darme cuenta y el demonio obedeció de inmediato. Pasé una mano por encima de la cabeza de la chica, sin tocarla y recibí una descarga de imágenes como esperaba – es un elfo oscuro, la ha atacado por detrás, no le ha visto el rostro y yo tampoco puedo verlo, dios mio, ha sido horrible – dije quitando automáticamente la mano – voy a llamar a la policía – no tenia un teléfono móvil, pero para una bruja eso no era ningún problema. Pinché con mis poderes el repetidor más cercano y emití la llamada.
  • Ya se ha marchado – dijo Keiran relajando todos los músculos de su cuerpo.

Me quede esperando la llegada de la policía aunque el demonio insistió en que nos fuéramos, no me parecía ético dejar allí el cadáver solo y le ordené que esperara conmigo a que llegaran los inspectores. Pasaron tan solo diez minutos cuando un coche negro aparco frente al callejón. Dos hombres salieron del vehículo y comenzaron a acercarse a nosotros, encendieron unas linternas y nos apuntaron directamente a los ojos, algo que molesto bastante a Keiran. Tomé nota mental de esa debilidad a la luz potente, podría servirme de algo en un futuro. Los dos hombres iban vestidos de paisano, el más mayor, de alrededor de cuarenta y cinco años llevaba el arma desenfundada, el otro que rondaba la treintena como mucho, estaba bastante más relajado.

  • Policía – dijo el chico joven
  • Soy Aislyn, yo les he llamado – dije antes de que me dispararan. sabía por las películas que los polis americanos disparaban antes de preguntar.
  • Quédense aquí – dijo el hombre más mayor mientras ambos se acercaban y miraban el cadáver, al cabo de unos minutos se reunieron con nosotros.
  • Vamos fuera del callejón, tengo que tomarlos declaración – nos dijo el policía más joven - Soy el detective Alec Owens y este es mi compañero Troy Montenegro – como había supuesto, la edad podía habernos engañado, pero quien llevaba la voz cantante era el más joven.
  • Yo soy… - no podía usar mi apellido verdadero, podrían localizarme, me había metido en un buen lió, me había quedado bloqueada. ¿Qué podía hacer?
  • Perdonen a la chica, está muy afectada, somos Aislyn O´Connor y yo soy Keiran Lehazá– dijo mi demonio sacándome por fin las castañas del fuego.
  • ¿Se encuentra usted bien, señorita? – me preguntó el teniente Montenegro. Me había quedado blanca, pero no tenia nada que ver con el cadáver, jamás pensé que Keiran pudiera hacer algo así como ayudarme. Aunque no me iba a engañar, también se estaba ayudando a él mismo.
  • Si, es sólo que… jamás había visto algo así.
  • Cuéntenme lo que paso – dijo el detective Owens. Me arme de valor y comencé a contarle mi historia distorsionando un poco la realidad.
  • Acababa de salir del trabajo, es mi primer día en el bar infierno, me quede un rato en la puerta con mi amigo y a los diez minutos más o menos escuchamos un grito, corrimos hacia aquí, pero cuando llegamos ya era tarde y no había nadie alrededor, solo la chica.
  • ¿La conocía? – me preguntó
  • No, pero la vi entrar en el bar momentos antes de que yo saliera, me dijo que necesitaba utilizar el teléfono.
  • ¿Salió sola o acompañada? – según lo que había podido rescatar de la mente de la chica antes de que se fuera su alma completamente, pude contestar con sinceridad.
  • Sola.
  • ¿Estaba nerviosa o asustada? - ¿Cuánto más iba a durar esto?
  • No pude apreciar nada de eso, se la veía normal – respondí.
  • Tome mi tarjeta y si recuerda algo mas, llámeme – el detective no estaba muy convencido de mi declaración y no hacia más que echar miradas extrañas a Keiran. Era normal, su aura oscura incomodaba a los humanos y aunque no supieran de su naturaleza demoníaca, sus instintos hacían desconfiar de él.

El detective Owens me pareció de lo más profesional, dejando a parte su atractivo, era un chico guapo, castaño y con ojos azules, su boca era sexy y me sorprendí a mí misma intentando saber como de bonita seria su sonrisa. No nos hizo más preguntas y justo antes de que nos dejara marcharnos llegaron dos coches patrulla y un furgón funerario.

  • Deja ya de babear – me espetó Keiran sorprendiéndome.
  • ¿Qué dices? – pregunté enfadada.
  • Siento la libido de la gente y la tuya está más alta de lo normal, te ha gustado el policía… quizás esté confundido y no seas tan mojigata como creía – Este demonio era el peor grano en el culo que me podía haber tocado, conseguía sacarme de mis casillas con solo tres palabras.
  • Yo también voy a disfrutar arrancándote la piel a tiras – le dije sin pensarlo. Se rió. El demonio volvió a sorprenderme esa noche, se rió con ganas y sin una pizca de malicia en su tono, sonaba tan… normal.
  • Eres muy graciosa – dijo recuperando la compostura y su seriedad habitual.
  • ¿Cuántos años tienes? – pregunté ya que estaba de mejor humor que de costumbre.
  • Demasiados para contarlos, no llevo la cuenta – otra respuesta seca, pero sincera.

Llegamos al hostal y yo rápidamente me metí en el baño y me puse mi pijama de gatitos. Cuando entre de nuevo en la habitación Keiran estaba de pie frente a la ventana, bebiendo de una botella de agua. Solo llevaba puesto unos pantalones anchos y había dejado su pecho al descubierto, imaginé que para incomodarme como lo había hecho yo antes, pero no me incomodó en absoluto, me quede fascinada, parte de su pecho estaba tatuada con intrincados dibujos maoiries que bajaban por su brazo derecho enmarcando los músculos de su hombro. Fascinante.

  • ¿Hay algo que te resulte interesante? – me preguntó levantando la ceja y lanzándome una sonrisa ladeada llena de malicia.
  • No, he vivido con tres hermanos exhibicionistas toda mi vida, no me incomoda la desnudez – la sinceridad de mi respuesta pareció dolerle en lo más profundo de su masculinidad. Me alegraba.
  • No es lo mismo un hermano que un desconocido atractivo – dijo él, muy creído. No pude evitar reírme.
  • Eres un demonio que quiere matarme y que me saca de quicio cada dos por tres, eres más o menos como un hermano mayor – contesté riéndome y metiéndome bajo las sabanas donde Zaphirah ya me estaba esperando.

Me quedé dormida casi de inmediato, los sueños y las pesadillas reviviendo la muerte de la mujer inundaron mi subconsciente. ¿podría haber hecho algo más para salvarla? ¿podría haber sido yo el objetivo del elfo oscuro? Si me hubiera atacado a mi… ¿hubiera sido capaz de defenderme?
Me levanté a las dos de la tarde y esa vez Keiran si había “pedido” comida para los dos, estaba haciendo progresos, pero tenia que tener en cuenta que jamás debía confiar en él.

  • Enseñame la pulsera – le dije nada más levantarme y ver la mesa que había junto a la ventana llena de comida tailandesa.
  • ¿De que hablas? – preguntó medio dormido. Luego se remango el jersey y me enseño la pulsera dorada en su muñeca.
  • Muy bien, no ganarías nada con envenenarme así que vamos a comer – dije saliendo de la cama de un salto y dirigiéndome directamente hacia el festín.
  • Ese no es mi estilo – lo sabia, pero es mejor asegurarse. Le puse mi mejor sonrisa y le di las gracias por primera vez, algo que le incomodó. Era un tipo muy extraño.

Caminando por una calle, Saint Louren ST, una moto amarilla pasa al lado del hombre que veo, saca el teléfono móvil y se le cae un papel del bolsillo, se agacha a cogerlo y al levantarse una sombra oscura, un elfo se abalanza sobre él desde la derecha y le arranca la garganta de un mordisco. Detective Owens”

Mis visiones eran cada vez más intensas y precisas, mi poder iba creciendo a ritmos inimaginables, era por eso que a los veintitrés tenían que asignarnos un guía, nuestras habilidades se desarrollaban mucho más rápido que durante la adolescencia.

  • Tengo que llamar al detective – dije corriendo hacia mi chaqueta para sacar la tarjeta donde estaba su numero de teléfono.
  • ¿Qué ocurre? – preguntó Keiran mientras pinchaba tallarires de mi plato casi sin tocar.
  • Si no le aviso el elfo le va a matar – le dije.
  • ¿Y que más da? No puedes ir por la vida enseñándole a la gente lo que puedes hacer o te meterán en un laboratorio para experimentar contigo – la tranquilidad con la que dijo esas palabras no hizo que me detuviera.
  • No voy a dejar que un inocente muera por salvar mi secreto.
  • Haz lo que quieras, no va a creerte – fui hacia el teléfono de la habitación y marque el numero de móvil con los dedos temblorosos
  • Owens – contestó una voz.
  • Detective… soy Aislyn, la chica de ayer – no recordaba el apellido que me había puesto Keiran así que decidí no arriesgarme.
  • ¿Ha recordado usted algo que nos sea de ayuda? – preguntó esperanzado.
  • No, pero tengo que avisarle de algo, se que es probable que no me crea, pero escúcheme con atención. Corre usted un gran peligro – dije las palabras atropellándome con cada silaba.
  • ¿Es alguna amenaza? – preguntó para mi sorpresa.
  • No, claro que no, escuche, esta tarde va a ir caminando por una calle, Saint Lauren, le va adelantar una moto amarilla a gran velocidad, usted sacara su teléfono móvil del bolsillo derecho de su traje y se le caerá un papel al suelo, cuando se agache a recogerlo, no se levante, saque el arma y cúbrase con el coche rojo que estará a su derecha, es cuestión de vida o muerte – la línea se quedo muda al otro lado del teléfono durante un minuto.
  • ¿Es usted alguna loca que cree ver el futuro? Por que le advierto que no creo en esas cosas, pero de todas formas mi madre me enseño a agradecer a las personas. Muchas gracias por la advertencia señorita 0´Connor – me colgó. El muy imbécil me colgó. La ira inundó mi preocupación y la ahogo por completo. Imbécil.
  • Te lo dije – mi demonio no dejaba pasar la oportunidad de restregarme las cosas.
  • Que le jodan – no me gusta blasfemar, pero al diablo, una se preocupa por alguien y así es como se lo pagan.
  • Los humanos son así de incrédulos, así les pasan siempre las cosas que les pasan – expuso mi demonio que a diferencia de mi no parecía tener ningún ápice de preocupación por el detective.



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