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jueves, 7 de agosto de 2014

Quimera





Capitulo 38


Nada más abrir los ojos pude ver a través del cristal una silueta parada frente a nosotros en la carretera. Chris había detenido el coche y ambos estaban discutiendo sobre como proceder.

  • ¿Quién es? - pregunté nerviosa al ver que se movía hacia el coche. Por la forma de andar parecía una mujer... era alta y tenía el pelo corto como un chico.
  • No es ni demonio ni vampiro – dijo Blake observando la figura. Los cazadores eran los únicos que podían distinguir las especies de sobre naturales y eso fue lo que hizo – Es una bruja.
  • Hola a todos, soy un amiga de Claude y me ha enviado para que os escolte hasta nuestro aquelarre – se presentó la mujer una vez llegó a la ventanilla de Chris.
  • No te esperábamos – le dijo Nathan. Chris no la miró mucho más y simplemente bufó molesto.
  • Otro engorro mas... sube al coche si vas a venir con nosotros – le gritó el demonio muy maleducadamente.
  • Disculpa a este neardental, yo soy Norah Blow – me presenté.
  • Yo soy Mila Song, tu padre te manda saludos – me dijo con una sonrisa... había algo extraño en su tono de voz.
  • Gracias por unirte a nosotros – le dijo Blake quien por el gesto de su rostro y el brillo en su mirada había marcado a la joven Mila como su próxima conquista.
  • Hay un motel a la altura de Wytheville que esta regentado por brujas, tenemos dos habitaciones para cuando lleguemos. Creo que tardaremos unas dos horas y media, allí descansaremos y después proseguiremos el viaje. Tenemos que llegar a casa mañana por la noche – nos dijo la muchacha mientras se subía a la parte de atrás del coche.

Blake y la bruja hicieron buenas migas y ambos no pararon de parlotear durante las dos horas que tardamos en llegar al hostal Lámort. Solo tuvimos que salirnos de la interestatal dos o tres kilómetros.
Cuando llegamos a la recepción solo había una mujer pelirroja de más o menos cuarenta años que se puso de pie de un brinco cuando vio aparecer a Mila.

  • Tenemos dos habitaciones reservadas a mi nombre – dijo la chica sacando una identificación.
  • Claro... las habitaciones protegidas – dijo la mujer con un tinte extraño en la voz... era humana y estaba mintiendo.
  • Eso es – dijo Mila... noté un sentimiento extraño pero no del todo desconocido. No podía descubrir si los sobrenaturales mentían o no, pero cuando bebía sangre algo me alertaba... y allí pasaba algo raro.
  • Perdona que te haga esta pregunta así de golpe – le dije a la chica mientras subíamos unas escaleras forradas en moqueta roja que tenían más mierda que el rabo de una vaca – pero... has estado pasando estos días con mi padre ¿verdad? - sentí como se ponía tensa. Blake, Nathan y Chris iban detrás de nosotras pues su dormitorio estaba al lado del nuestro, nos habíamos dividido chicas con chicas y viceversa. Un plan perfecto si lo que querían era separarme disimuladamente de mis protectores, que según veía ninguno se habían planteado la posibilidad de que aquello fuera una trampa.
  • Si, dime – contestó ella alborotándose el pelo nerviosa.
  • Dime por favor que se esta tomando sus pastillas para el corazón... es que estoy como loca llamando siempre y aunque él me jura que se las toma no puedo fiarme de él – Le dije de la forma más natural que pude. Mi padre jamas había tomado medicamentos, los odiaba y aunque los había necesitado más de una vez siempre se había negado. Acabábamos de llegar al descansillo y nos íbamos a dividir en breve, pero para mi suerte ella contestó en el momento preciso.
  • No te preocupes, le veo de vez en cuando tomarse las pastillas – vi como Blake se tensaba en el sitio al escuchar la contestación de la bruja y no le di tiempo a actuar a él.

A velocidad demoníaca, me puse detrás de la bruja y la tapé la boca como bien me había enseñado Baily, después sin pensármelo dos veces la rompí el cuello en dos.
Chris y Nathan no daban crédito y Blake me miraba divertido y orgulloso.

  • Ha sido increíble – me dijo mi mejor amigo al mismo tiempo que tiraba el cuerpo al suelo.
  • ¿Qué demonios pasa aquí? - preguntó Nathan. Chris me miraba con una sonrisa ladeada entre burlón y sorprendido.
  • Estaba mintiendo, mi padre no toma medicinas y la conversación con la recepcionista era todo una patraña, quería dividirnos y ha estado a punto de hacerlo – expliqué no sin añadir después – por lo que como veis soy capaz de cuidarme sólita.
  • De eso nunca he tenido dudas – me dijo Chris acercándose a mi y susurrándomelo al oído. Nathan nos miró furioso.
  • Tenemos que salir de aquí ya – les dije empujándoles hacia el lado contrario a la recepción.
  • ¿Cómo sabes que hay una salida por detrás? – preguntó Chris mientras me seguía. No me hizo falta contestar a mí, fue mi mejor amigo quien le respondió.
  • Norah siempre que entra a algún sitio memoriza el mapa de incendios que hay en todas las plantas y detrás de las puertas de las habitaciones – explicó mi amigo.
  • Lo sabía, cuando íbamos a los hoteles siempre hacías eso y nunca me dijiste por qué – me echó en cara el vampiro. Chris y Blake se quedaron en silencio incómodos e incluso yo me sentí un tanto violenta.
  • No es necesario que airees nuestras escapadas a los hoteles – le regañé avergonzada.
  • Si, si que es necesario – señaló él mirando a los otros dos hombres. Lo di por perdido y seguí avanzando por el pasillo hasta que vi la puerta de emergencia.

Si me había ubicado bien esa puerta nos llevaría a un lateral del hotel, justo al lado contrario de donde habíamos aparcado el coche. Miré por todas partes en busca de cámaras de seguridad y como era habitual en esos sitios no divisé ninguna.

  • Es posible que la puerta este conectada a un sistema de alarma – dijo Blake deteniéndome antes de que presionara la barra para abrirla.
  • Eso se soluciona fácilmente – espetó el demonio apoyando las manos en la pared. Pude ver un destello rojizo en sus ojos u sentí como el poder emanaba de su cuerpo hacia la pared. Las luces comenzaron a titilar y segundos después todo se apagó y tan solo las señales de emergencia brillaban. Abrí la puerta conteniendo el aliento por si había fallado, pero no, no sonó ninguna alarma.

Salimos corriendo hacia el coche cada uno a nuestra velocidad más rápida y solo tuvimos que esperar un segundo a que llegara Nathan.
Quince minutos más tarde estábamos de nuevo en la interestatal con dirección a Nueva Orleans, pero el cansancio podía verse en nuestro rostro.

  • ¿Creéis que trabajaba para Olivia? - pregunté dándole vueltas a la cabeza.
  • No, eso es extraño, Olivia no mandaría una bruja, tengo entendido que las detesta – dijo Nathan.
  • Tiene razón, Olivia hubiera enviado a Luca – reconoció Chris que seguía siendo el conductor. Yo por el contrario me había puesto detrás con el vampiro y era Blake quien había ocupado mi sitio.
  • Necesito descansar – les dije a todos - ¿podemos parar en algún sitio?
  • No, tenemos que sacar ventaja a quien quiera que nos este siguiendo - dijo Chris.
  • Vamos a recostarnos aquí detrás – dijo Nathan tirando hacia atrás los dos asientos y sacando de una bolsa negra una colcha que entre los dos pusimos sobre la parte de atrás.

Ambos habíamos improvisado una cama que me llamaba a gritos. Antes de acostarme sobre ella con Nathan no pude evitar echar un vistazo al espejo retrovisor desde el que me estaba mirando Chris. Cuando nuestros ojos se cruzaron pude ver como una sonrisa triunfal surcaba su rostro.

  • Duerme con ella vampiro, pero ella soñara conmigo – soltó el demonio nada más aparte la mirada. Blake soltó una carcajada y bufé nerviosa.
  • Acostémonos para que los podamos relevar dentro de unas horas- dije sin mas.

Dicho y hecho, me quede completamente dormida, como a mi no me iban a dejar conducir, sobre todo si Nathan recordaba lo mal que lo hacia.
Escuché como se paraba el coche y sentí como Nathan se levantaba. Intenté abrir los ojos pero no pude.

  • Quiero las manos donde pueda verlas – le amenazó el vampiro a quien se estaba tumbando a mi lado.
  • No tengo intención de tocar lo que no es mio – contestó Chris desde mi lado.
  • Tranquilo que yo vigilo – dijo Blake tumbándose con estruendo al otro lado de mi y abrazándome. Escuché varias protestas pero mi cuerpo de adaptó completamente al de mi amigo y volví de nuevo al sueño profundo.

Sentí como el sol comenzaba a salir por el horizonte y desperté completamente nueva. El colchón hecho con mantas y asientos no era lo que se dice cómodo, pero yo estaba tan cansada, que me dio igual.

  • Tengo un hambre voraz – dije con mi voz pastosa y reparando en que Chris todavía estaba tumbado junto a mi. Blake estaba conduciendo y Nathan iba en el asiento del copiloto.
  • Vamos a parar ahora en Birminghan – comentó el vampiro – despierta ya, demonio – gritó dándose la vuelta.
  • No hace falta que montes escándalo – le dijo Chris levantándose - ¿Dónde estamos ahora? - preguntó incorporándose a mi lado y alborotándose su pelo negro.
  • Estamos en la interestatal cincuenta y nueve, solo nos quedan cinco horas para llegar a New Orleans – pronosticó Blake – allí hay un Starbucks – señaló un enorme cartel que lo ubicaba en la siguiente salida. Mi estómago comenzó a gruñir divirtiendo al demonio que era quien estaba más cerca y podía escucharlo mejor.

Paramos y entramos al final a un bar de carretera lleno de camioneros. Según Blake, si hay camioneros es que la comida es buena, por lo que nos arriesgamos.
Yo me comí un desayuno americano con huevos revueltos, bacon y jamón.
El resto comió más de lo mismo y luego nuestros respectivos cafés. Un brillo especialmente oscuro en el gesto sombrío de Chris me dijo que algo no iba a bien.

  • ¿Qué te pasa? - le pregunté según nos levantamos para marcharnos. Nathan se acercó a nosotros.
  • No me pasa nada – me dijo apartando sus ojos de los míos para mirar fijamente al vampiro que comenzaba a incomodarse.
  • Ven conmigo – le dije al demonio agarrándole del brazo y tirando de él a velocidad sobrehumana.

Llegamos antes que ninguno al coche, y obligué a Nathan a quedarse a borrarle la memoria a todos los que nos habían visto salir medio volando del bar.

  • En serio Chris ¿Qué te pasa? - pregunté enfrentando su mirada.
  • No he comido... ya sabes desde hace más de tres días – me confesó.
  • Joder, ¿por qué lo dices ahora? Podrías haber comido en el bar – dije recordando cada momento que había estado con Chris esos días y reparando en que era cierto que no se había alimentado de sangre.
  • No, déjalo, intentaré comer algo cuando lleguemos – me dijo intentando quitarle importancia.
  • Bebe mi sangre si quieres, antes de que vengan – me ofrecí dejándolo boquiabierto.
  • ¿Estas segura? - preguntó una vez se recuperó de la sorpresa. Su maliciosa sonrisa no auguraba nada bueno - ¿Alguna vez a bebido algún demonio de ti? - preguntó acercándose más a mi y pegando su cuerpo al mio.
  • Si, ya lo sabes el tal Luca – le dije recordando el dolor y el miedo que había pasado en aquel momento. Estaba a punto de cambiar de opinión, cuando las palabras de Chris me distrajeron.
  • No me refiero a eso... el morder y tomar la sangre de alguien puede ser un acto muy sensual – explicó agarrando mi cintura.
  • Nathan ha bebido mi sangre – espeté haciendo que la cara del demonio se desencajara con disgusto – todos los días le daba a beber de mi muñeca un poco, para que se inmunizada al olor – expliqué.
  • Tú misma te has ofrecido, no voy a hacerte daño – antes de que me diera cuenta tenía la boca del demonio en mi cuello y sentí como sus dientes traspasaban mi piel con un agudo dolor que inmediatamente después se transformó en placer.

Jamas había experimentado algo así, ese placer no era normal y sentí como el demonio se endurecía contra mi sexo. Sus gruñidos desesperados y mis gemidos cada vez más altos llamaron la atención de nuestros compañeros y ambos se presentaron ante nosotros en un abrir y cerrar de ojos.

  • Suéltala – le gritó Nathan a Chris. Blake sujetó al vampiro por el pecho y le detuvo. El demonio se apartó despacio de mi y fue como si me hubieran quitado el ultimo trozo de helado...me enfadé y volví a empujarle hacia mi. Su macabra sonrisa me hizo entrar un poco en razón y sopesar lo que había ocurrido a mi alrededor.

Nathan estaba agazapado a punto de atacar a Chris, Blake estaba intentando mediar entre ellos, y el demonio estaba rebosante de poder. En ese momento si el vampiro le atacaba estaba completamente segura de que iba a morir con el primer golpe, por lo que corrí hacia él para evitar un mal mayor.

  • Tenía que comer y yo le he dado sangre – expliqué abrazándole por la cintura. Al principio no me devolvió el abrazo, pero luego pude sentir sus manos en mi espalda.
  • Había muchos humanos en el bar – escupió Nathan cabreado.
  • Mi sangre es más poderosa y necesito que me proteja con todo lo que este en mis manos proporcionarle – expliqué intentando convencerme a mi misma de que ese había sido el motivo por el cual le había dejado beber de mí.
  • Y vamos a necesitar de esa protección – susurró Blake mientras corría hacia la cristalera de la gasolinera. Todos le seguimos a velocidad humana.

En las noticias de las nueve estaban saliendo las imágenes de mi asesinato en el motel, salia mi rostro y el de mis compañeros. ¿Dónde había estado esa puta cámara? Me pregunté furiosa, no la había visto y nos había salido caro el despiste.
No podíamos escuchar que decía la presentadora, pero los rotativos que pasaban debajo de las imágenes hablaban sobre banda armada organizada y asesinos a sueldo.

  • Tenemos que salir de aquí antes de que nos descubran, esto esta lleno de gente – dijo Nathan.
  • Necesitamos un coche nuevo – confirmó Chris que señaló molesto la pantalla donde se nos veía abordar el Dodge.
  • Esto no es cosa de los humanos – afirmé mientras seguía viendo el bucle de imágenes que emitía la CNN – llegamos al coche a velocidad sobrehumana y eso no lo han puesto – dije enfrentando los ojos de Nathan – están intentando capturarnos como sea, ya sea Olivia o alguna otra facción que quiera terminar conmigo – reiteré recordando a la bruja.
  • Va a ser complicado, estos últimos quinientos kilómetros van a ser un suplicio – reconoció Nathan. Yo no pude aguantarlo mucho más y me eche a llorar como una cría. El vampiro me abrazó con cariño tal y como lo había hecho en el pasado y me susurró al oído palabras reconfortantes... me hizo querer regresar atrás, hizo que todos mis sentimientos se tambalearan.
  • Muy tierno y bonito todo pero tenemos que salir cagando ostias de aquí – presionó Blake - ¿Dónde coño esta el demonio? - preguntó. Saqué mi cabeza del abrazo de Nathan y miré a mi alrededor.

Teníamos que marcharnos cuanto antes y el demonio había desaparecido, nos estuvimos cierto tiempo debatiéndonos entre irnos o esperarle, pero pasaban los minutos y no aparecía.
Había pasado media hora y estábamos los tres debajo de la sombra de un árbol, metidos en el coche, lo más apartados posible del polígono donde se encontraba la gasolinera y el restaurante.
Muchos más coches y un par de autobuses comenzaron a para allí y fue Nathan quien muy a mi pesar tomó la decisión de marcharnos sin él.
Yo volví a ocupar el asiento del copiloto y el vampiro se volvió a poner al volante. Un terrible nudo apretaba mi estomago, me sentía mal por dejarle tirado y estaba muy preocupada, no era habitual que el demonio hiciera algo así... ¿quizás fue por ese abrazo entre Nathan y yo? No tenía sentido... entre él y yo no había nada y no tenía derecho a reclamarme nada, ademas, el vampiro y yo teníamos... algo... una antigua relación muy profunda que poco a poco iba volviendo a su ser... o al menos eso era lo que yo pensaba. ¿Seria posible que Nathan tuviera razón y él lo único que había querido de mi era mi sangre? Ahora que la había obtenido y posiblemente no le hubiera resultado tan embriagadora como pensaba, había decidido abandonarnos... Esa idea comenzó a tomar forma en mi cabeza.






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