Capitulo 32
Esa noche no tuve
ningún sueño, nada interrumpió mi descanso y no fue hasta las
nueve de la mañana que el sol que había comenzado a entrar por la
ventana hacia más de cinco horas comenzó a despertarme.
Sentí unos suaves
brazos envolviéndome y me deleité en su aroma mientras me giraba y
hundía mi rostro en su pecho.
Nunca me había
sentido tan segura y tan completa y fue en ese momento en el que mi
cabeza volvió a dar vueltas.
Cuando me centré
volví a estar de nuevo sola en la cama y con la terrible sensación
de que algo no iba bien.
Bajé a desayunar
y allí en la cocina estaba los dos hombres más apuestos que había
visto jamas en mi vida, dos bellezas completamente diferentes y a
cual más atractiva.
- ¿Cereales? - preguntó Nathan moviendo una caja de mis cereales favoritos.
- Por supuesto, quiero desayunar rápido y que me hagas esa magia tuya para que empiece a recordar – le dije mientras me sentaba en un taburete que había entre los dos.
- He llamado a una bruja amiga mía y me ha dicho que puede ser problemático que recuerdes de golpe todo un año de tu vida, es posible que sufras desmayos – explicó Nathan nervioso mientras movía sin parar su café.
- Me da igual, hoy es el ultimo día que me siento incompleta – dije con la voz más tajante que tenía a esas horas de la mañana.
El silencio reinó
en la cocina y no se volvió a tocar el tema, yo fui a ducharme y a
ponerme ropa cómoda de la poca que me quedaba y cuando por fin
estuve lista alguien tocó a la puerta de mi cuarto. Sin esperar
contestación apareció Chris que inmediatamente después de entrar
cerró tras de si.
- Quiero hablar contigo... - dijo por primera vez un tanto sobrecogido, no era habitual ver ese lado del demonio.
- ¿Qué pasa? - pregunté intentando enfrentar sus ojos que por el momento no dejaban de mirar a un punto cualquiera de la pared de al lado.
- Es que no se si disculparme ahora o cuando recuerdes... - confesó. Luego clavó los ojos en mi y se quedo serio.
- Escúpelo – le dije impaciente, algo había hecho mal o ahora o en algún momento de mi pasado.
- ¿Sabes una cosa? - preguntó sonriendo de forma muy macabramente sensual. Esa sonrisa ladeada no auguraba nada bueno.
- ¿Qué? - pregunté perdiendo los nervios.
- Que si tengo que disculparme por algo... pues que sea por esto – nada más dicho eso se lanzó hacia mi a velocidad demoníaca.
Me rodeo la
cintura fuertemente con su brazo y con su otra mano me cogió el
rostro. Pude ver el deseo brillar en sus ojos cuando se inclinó y
me beso.
Primero fue un
beso suave y candente, pero cuando respondí se volvió más duro.
Pegué mi cuerpo más al suyo y le agarré por el cuello para poder
pasar mis dedos entre su pelo negro y jalar de él hacia mi.
La altura era una
pequeña dificultad que Chris solventó agarrándome por la cintura y
elevándome para que yo rodeara la suya con mis piernas. A velocidad
sobre humana fui empotrada contra la pared, mientras nos comíamos a
besos y caricias que cada vez iban necesitando más trozos desnudos
de piel.
Un mareo me
sobrevino con un cúmulo estresante de imágenes.
Sentí como mi
cuerpo se paralizaba de miedo. Chris se detuvo y me miró preocupado.
Percibí lejos de mi conciencia completa como me bajaba al suelo y se
situaba frente a mi escrutándome con la mirada... esos ojos esos
horribles ojos azules.
Recordé un
callejón, el mismo que había visto anteriormente pero ahora
recordaba quien me tenía aprisionada contra la pared, ahora
recordaba por fin esos fríos ojos azules que tan aterrorizada me
tenían.
Aparté a Chris de
un empujón y salí corriendo hacia la puerta. Él era mucho más
rápido y me intercepto.
- ¿Qué pasa? - preguntó sabiendo perfectamente la respuesta. Mi rostro y el terror de mi mirada no podía haberle pasado desapercibido a un demonio del miedo.
- Te recuerdo... el callejón... tú... - dije llorando volviendo de nuevo a mi realidad y calmándome un poco...
- ¿Qué esta pasando aquí? - Gritó Nathan entrando a la habitación como un misil. Instintivamente me eché a sus brazos.
- Creo que comienza a recordarme – dijo el demonio con una socarrona sonrisa y clavando sus ojos azules en los míos. Pude ver un atisbo de rabia y pena en su mirada, pero fue demasiado fugaz como para tenerlo en cuenta.
- Vamos a terminar con todo esto de una puta vez – escupió Nathan agarrándome fuerte y llevándome a la cama, donde me senté obedientemente – Mírame a los ojos y recuerda todo– ordenó.
Hice lo que me
dijo y le mire fijamente a esos preciosos ojos esmeralda, escuché a
lo lejos sus palabras y sentí como su orden penetraba en mi cerebro
y comenzaba a abrir pequeños huecos, todo fue como volver revivirlo
de nuevo... Los momentos y los sentimientos era tan reales... era
todo tan rápido... no podía degustar un momento sin que rápidamente
se fuera dejando paso a otro recuerdo....
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