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miércoles, 16 de julio de 2014

Quimera




Capitulo 6


Al día siguiente todo parecía haber sido un mal sueño, mi ascendencia, la traición de Blake, la muerte de esa chica... la sed de sangre que tenía mi cuerpo que casi me hace enloquecer en ese callejón.
Poco a poco mientras hacia mi rutina mañanera fui concienciándome de todo lo que había pasado y un nudo se me puso en el corazón.
Cogí automáticamente la caja de mis pastillas de hierro y pensé en lo que me había dicho Chris. Sangre, mi cuerpo necesitaba sangre...
Varios golpes en la puerta me sacaron de mi empanamiento mental.
Fui arrastrando los pies y abrí la puerta esperando ver a Gordon, en su lugar estaba Chris. Se había cambiado de ropa y ahora lucia unos vaqueros ajustados y una camiseta negra, no distinguía si era de manga corta o larga por la chaqueta de cuero negro que llevaba encima y que también ocultaba los tirantes donde sujetaba su Glok de nueve milímetros parabellum.
Mi corazón comenzó a palpitar como si fuera las alas de un colibrí, estaba casi segura de que el demonio lo podía escuchar y eso me ponía mucho más nerviosa si cabía.
El miedo me bloqueaba.

  • Tranquilízate o te va a dar un ataque al corazón, ¿puedo pasar a tomar café? - dijo sonriéndome. Disfrutaba con mi miedo, le gustaba saber que estaba asustada de él, le hacia sentirse poderoso.
  • Pasa – dije intentando ocultar mi congoja, pero mi voz me delató saliendo completamente quebrada, eso produjo una sonora carcajada del demonio mientras entraba y se dirigía a la barra de mi cocina americana. Tenía que aprender a controlarme o mudarme al otro lado del globo para evitar darle la satisfacción de verme acojonada frente a él.

Le serví café lo más tranquilamente posible y medité mientras lo hacia, la idea de que si me quería muerta, ya lo estaría, por lo que por el momento no tenía que preocuparme demasiado, mi cabeza cogía la idea pero mi cuerpo no obedecía las ordenes que le gritaba mi corteza prefrontal.
Otros golpes en la puesta evitaron que tomara mi primera cucharada de cereales infantiles TopToy´s.
No me había molestado siquiera en vestirme ni peinarme, seguía tal cual me había levantado, y la verdad es que era lo que menos me preocupaba en ese momento.

  • El cazador – dijo Chris después de dar un sorbo al su café solo.
  • Hola nena ¿Qué tal estas? - dijo Blake en cuanto abrí la puerta. Después reparó en Chris y en mi vestuario - ¿ha pasado la noche aquí? - preguntó fulminándolo con la mirada.
  • Si, en el descansillo, que mínimo que ofrecerle un café – le dije sin darle demasiada importancia, ambos se saludaron con la cabeza.
  • Pon me a mi otro que no he desayunado – dijo Blake nada más sentarme. Adiós a la hospitalidad, mis cereales se había quedado como una pasta para enfoscar paredes por su culpa.
  • Pontelo tú mismo que tienes manos – dije acuchillandole con mis ojos violetas.

Vi como Chris sonreía detrás de su taza de café antes de darle el ultimo sorbo. Blake refunfuño algo que tenía que ver con mi periodo menstrual y se sirvió el café.

  • Con vuestro permiso, voy a casa a descansar, si necesitas algo ya sabes donde esta la comisaria, pero de todas formas vivo en la planta de arriba – me dijo Chris sorprendiéndome – justo en el piso de arriba – aclaró él como si quisiera sacar de los nervios a Blake que no dejaba de taladrarle la nuca con la mirada.
  • Muchas gracias – dije esa vez sin temblores en la voz, teniendo allí a Blake me sentía más segura. Acompañe al demonio hasta la puerta y la cerré con llave justo después de que se marchara.
  • Ya que estas aquí, a ver que te parece contarme cual es la dieta habitual de alguien mitad demonio – le dije a Blake mientras escribía en una servilleta. “no decir nunca que soy una Quimera, no sabemos quien puede estar escuchando” Blake asintió.
  • Pues tengo entendido que comida normal y sangre... - según lo dijo agrandó los ojos con sorpresa y me miró impresionado - ¿Cómo...?
  • Mi pastilla de hierro de todos los días... me la podría ahorrar si desangro a la gente ¿verdad? - pregunté cada vez más enfadada.
  • Pero no puedes ir por ahí matando gente y alimentándote de ella, no puedes hacer lo que hacen ellos – me explico nervioso.
  • ¡No tengo pensado hacer eso! - le grité enfadada- ¿pero que tal si me lo hubieseis dicho? De esa forma no habría babeado como un perro al ver ayer a una chica con una herida – espeté intentando evitar que se me escaparan más palabras de las que debían.
  • ¿La mordiste? - preguntó horrorizado.
  • ¡Claro que no! - pero estuve a punto, añadí para mis adentros.
  • Si quieres puedo traerte sangre en bolsa del hospital de mi madre, para ver como te sienta, sobre todo si ves que tienes ganas de morder a alguien – dijo con cautela.
  • No lo necesito, tranquilo cuando tenga ganas de arrancarle la cabeza a alguien y beberme su sangre te llamo y empiezo contigo – confesé divertida. Tenía que empezar a tomarme las cosas con humor.
  • Vaya, pareces distinta esta mañana – me dijo escrutándome con la mirada, la verdad es que ver a un demonio matar a la victima medio muerta de un vampiro a una le hace ver la vida de otra manera.
  • Larga historia – dije mientras me iba a hacia el armario a elegir la ropa, después me metí en el baño para poder vestirme con intimidad, era lo malo de vivir en un loft, lo diáfano no se complementaba con la privacidad.


Una vez salí vestida con mi mejor indumentaria profesional, que era básicamente un ajustado vaquero de diseño y una blusa rosa fucsia que dejaba ver buena parte de mi busto.
Me aderecé el modelito con unos preciosos pendientes también rosas y un collar negro a juego con las botas altas.
Ese día tenía cosas que hacer.
Un hombre de Upper east side me había solicitado un reportaje fotográfico de su hija adolescente y me iban a pagan mil dolares por una mañana de trabajo.
Esa noche me iría a cenar a mi restaurante carisimo favorito, al que normalmente solo podía ir una vez al año.

Blake se marcho conmigo y nos dividimos en central park, el tenía que ir a una de esas extrañas clases que tenía, y que ahora por fin averiguaba que se trataban de clases de artes marciales.
No quería pensar en ese momento nada extraño o relacionado con todo lo que me había ocurrido, pero no podía dejar de darle vueltas a la desaparición de la foto de mi madre...
Una extraña sensación recorrió mi cuerpo mientras atravesaba el parque, algo o alguien me estaba observando y me daba miedo darme la vuelta y mirar hacia todos los lados no quería parecer una paranoica.
Antes de que me diera cuenta estaba llegando al lujoso bloque de apartamentos donde me había citado con los señores Mills, de hecho el apellido me resultaba conocido... pero no sabía muy bien de que.

Una mujer aparentemente latinoamericana me abrió la puerta del numero diez del piso veinte, me hizo pasar y dejé en un lado mi mochila con todo el material. Era verdad que no me pegaba nada con el atuendo chic de ese día pero todavía no había comprado una louis para trasportar la cámara y sus achiperres.

El señor Mills salió a recibirme y casi me da un vuelco el corazón cuando le reconocí.
Era Nathan el hombre que había conocido el día anterior en la puerta de su discoteca... ¿Ese hombre podía tener una hija adolescente?

  • Es una tremenda casualidad, señorita... Blow, ¿Verdad? - preguntó tendiéndome la mano.
  • Si, la verdad que es una casualidad – dije sin saber muy bien que otra cosa decir – ¿es a su hija a la que voy a hacerle el book fotográfico?
  • No, es a mi sobrina – aclaró él divertido. Era mucho más guapo de lo que me había parecido la primera vez que nos habíamos conocido, ahora a la claridad del piso sus ojos verdes eran mucho más llamativos y su boca... bueno, la verdad es que todo él era un portento de hombre.
  • ¡Hola! - dijo una pequeña voz detrás de mi. Me giré sobresaltada.
  • Tú debes ser mi modelo – dije sonriendole a una preciosa muñeca morena de ojos verdes. Tendría aproximadamente unos dieciséis años y era toda una monada – eres preciosa – le dije casi sin proponermelo.
  • Gracias – dijo ella nerviosa.
  • Venga dime donde vamos ha hacer las fotos y nos ponemos manos a la obra.


Después de más de tres horas haciendo fotos en diferentes puntos de la casa y cambiándose de ropa al menos unas diez o doce veces, creo que por fin habíamos terminado, pero no pude evitar lanzar una ráfaga de fotografías a un Nathan Mills que pensativo miraba por la ventana...
Nathan Mills... mi corazón volvió a revolotear nervioso... había escuchado su nombre en algún sitio y ahora sabía donde. En la comisaria, el chaval que decía que ese hombre que ahora tenía frente a mi mirando por un cristal polarizado la mañana neyorkina era un vampiro, uno de los más peligrosos...

  • Es muy melancólico – dijo Violet cuando me vio mirando a su tío. Me sentí avergonzada, pero no podía dejar de estar de acuerdo con ella, su expresión era de tristeza...
  • Perdona, es que me ha cautivado esa mirada pensativa y no he podido resistirme a hacerle una foto – me excusé ante la sobrina.
  • No te preocupes... es por culpa de una mujer, hace algunos años le abandonó o algo así, desde entonces nunca ha vuelto a ser el mismo.
  • Lo superará, es lo que todos tenemos que hacer cuando sufrimos un desengaño amoroso – la expliqué sin tener tampoco demasiada idea sobre eso, pero aunque yo hubiera tenido muy poca experiencia en el tema, me costó mucho olvidar a Blake, pero al final lo conseguí.
  • ¿También se supera si quien se marcha es tu verdadero amor? - preguntó detrás de mi Nathan. Me quedé congelada ante la divertida risita de Violet.
  • Perdona, no estaba intentando dar lecciones o … bueno, disculpa... - le dije enfrentando sus ojos verdes tan familiares.
  • No, por favor contesta... ¿crees que se supera si esa persona es tu amor verdadero? - preguntó de nuevo. Me sentí mucho más nerviosa que en quinto grado cuando la profesora me preguntaba y yo no sabía que demonios contestar.
  • Creo... que si el amor es el verdadero, ese amor nunca se va... bueno, me refiero que volvería de nuevo... - tartamudeé – pero la verdad es que no soy ninguna experta en esas cosas, solo he tenido una relación en toda mi vida.
  • ¿En serio?¿Solo una? - preguntó extrañado.
  • Bueno, que yo sepa si – bromee – es un poco vergonzoso reconocerlo... pero si, solo he estado con una persona en toda mi vida– dije hinchando el pecho no sabía si orgullosa de mi misma o avergonzada, pero teniendo a una menor delante creí que era apropiado dar un ejemplo de muchacha decente.
  • Si... esas cosas no se olvidan... - dijo de nuevo pensativo, yo por el contrario preferí cambiar de tema.
  • Creo que ya hemos terminado, en una semana te traigo el blog – zanjé esa vez ya dirigiéndome a Violet que se había quedado allí y nos observaba sin perderse nada de la conversación - ¿quieres algún color en especial para las portadas? - le pregunté a la pequeña duendecilla.
  • Rosa – contestó.
  • Fenomenal, pues eso esta hecho, señor Mills, un placer verlo de nuevo, me marcho ya – dije a modo de despedida, no esperaba que me acompañara a la puerta, pero insistió. Yo no era habitualmente muy buena escondiendo mis sentimientos, y en ese momento no se produjo ninguna excepción.
  • Por cierto, antes de marcharte – me dijo acercando su rostro al mio, después acercó su boca a mi oreja y me susurró unas palabras que me dejaron congelada en el sitio – Anoche teníais que haber sido más cuidadosos con la comida, espero que la próxima vez no la dejéis tirada en cualquier sitio.

Cuando conseguí salir del apartamento y estar casi a medio camino de mi casa pude comenzar a a respirar con normalidad. ¿Cómo se había enterado? ¿Qué demonios iba a pasar ahora?
Las preguntas sin respuesta se atoraban nerviosas en mi cabeza.
Tenía que ir y hablar con Chris.

Mis pies me llevaron directamente hacia la comisaria donde pregunté si estaba de servicio el detective Cole y me dijeron que no, que había pasado toda la noche de guardia y que no entraba hasta las seis de la tarde.
No me quedaba más remedio que subir a su apartamento, por mucho que me fastidiara tener que ir al buscarlo y tener que estar cerca de él, esta vez eramos los dos los que estábamos metidos hasta el cuello en problemas serios.

Estaba debatiéndome entre llamar o no a su puerta cuando de golpe se abrió dejándome ver un torso muy bien formado. Chris solo llevaba puesto un pantalón de yoguin y la cinta de los calzoncillos de firma se dejaba ver por encima de la cinturilla. No me di cuenta de que me había quedado más tiempo de lo estipulado adecuado mirándole el cuerpo, hasta que se aclaró sonoramente la garganta.
Tenía la cara de un hombre normal que acabara de salir de la cama, se alborotó el pelo y se echo a un lado para dejarme pasar.

  • ¿Qué te trae a molestarme a estas horas de la mañana, cuando sabes perfectamente que he trabajado esta noche? - preguntó cerrando la puerta detrás de mi y siguiéndome.
  • Tenemos un problema – le dije nerviosa – el tipo con el que hable ayer, Nathan Mills... hoy he estado en su casa... él me ha dicho que tengamos cuidado con dejar tirada la comida... se refería a esa chica ¿Verdad? ¡Joder!
  • Tranquilízate, es un vampiro no nos va a delatar, y mucho menos a ti – dijo con una mueca de disgusto. No parecía caerle nada bien el vampiro.
  • ¿A mi? ¿por qué pensarías que no me delataría? - pregunté curiosa. Él se rió divertido mientras se acercaba a su cafetera y se servia café – Muy amable por tu parte – le dije al ver que no me ofrecía nada.
  • ¿Café? - preguntó sonriendo. Lo había hecho a propósito.
  • No, gracias.
  • ¿Sangre? - preguntó acercándome su taza... en esa cafetera no había precisamente café, su aroma invadió todo mi cuerpo y me encontré a mi misma caminando hacia él y su taza de “Café”

De manera autómata cogí su taza y él no me lo impidió la lleve suavemente a mis labios y el olor me embriago por completo, una vez di el primer trago no podía pensar en parar. La sentí caliente resbalar por las comisuras de mis labios, no quería perder ni una sola gota, pero el dedo de Chris me quito lo que se había derramado y se lo llevo a su boca.
Ese momento lo sentí casi mejor que cuando me emborrachaba.

  • Mas – le pedí tendiéndole la taza. Su carcajada fue la que me saco del sopor...
  • Si te doy más puedes emborracharte y ahora no me podría hacer cargo de ti – dijo quitándome la taza de las manos.
  • Disculpa... - dije más para mi misma que a él.
  • Es tu naturaleza, no entiendo por qué la escondes – dijo sonriendo con malicia.
  • Larga historia, pero al tema principal a tratar, ¿Qué vamos hacer con ese vampiro?
  • Nada, si no nos ha delatado antes no creo que lo haga ahora, es uno de los más poderosos de la ciudad, entre él y Dante tienen un tremendo imperio de bares y discotecas para subnature, incluso creo que tienen varios restaurantes – explicó el demonio sirviéndose otra taza de su “café”, a mi se me iban los ojos cada vez que daba un sorbo y él no dejaba de reírse.
  • Muy bien, pues eso era todo – le dije sin saber que más decir y fui hacia la puerta, pero él me detuvo.
  • Espera... ¿Vas a volver esta noche a el infierno?
  • ¿Perdona?
  • El infierno es el lugar donde estuviste ayer violando la intimidad de la gente con esa pedazo cámara tuya – explicó el demonio agarrándome del brazo – no vayas más si no quieres terminar muerta.
  • Haré lo que quiera – dije furiosa y me solté de su agarre.
  • ¿Te has asegurado de que no faltara nada en tu casa? - preguntó antes de que yo pudiera cerrar la puerta de su apartamento.
  • Si, no se han llevado nada – mentí.

Fue en ese momento cuando decidí buscar más respuestas a todo, incluido el hecho de que la foto de mi madre hubiera desaparecido de mi diario.
Iba a encontrar a mi madre, fuera como fuera, pero antes necesitaba una pequeña clase express sobre subnature y sabía perfectamente a quien acudir.

Blake vino a mi loft a comer y se cruzó en el descansillo con Chris, seguía impresionándome la facilidad con la que el demonio se paseaba por las narices de un cazador y este ni siquiera sospechaba. Ambos hombres se saludaron con una inclinación de cabeza y Chris clavó sus ojos en mi alzando una ceja de modo interrogativo, en respuesta cerré la puerta con un portazo.


  • Siéntate que tengo que hablar contigo – le dije mientras me acercaba a la nevera y sacaba dos cervezas, después me fui junto a sentar en el sofá junto a él.
  • Necesito un curso expres sobre subnature – espeté sacando una libreta donde muy aplicadamente había apuntado todas y cada una de las dudas que tenía.
  • Dispara – contestó él dando un gran sorbo a la cerveza.
  • Muy bien, primera pregunta, ¿Cómo envejecen los demonios y los vampiros?
  • Fácil, los demonios crecen como humanos y son capaces de parar su envejecimiento y reanudarlo siempre que quieran y cuantas veces quieran, siempre y cuando tengan más de dieciséis años humanos, pueden vivir eternamente al igual que los ángeles – explicó con tanta normalidad que me resulto irritante.
  • ¿Qué hay de los vampiros?
  • Lo mismo, pero ellos cuando paran de envejecer no pueden reanudarlo, se quedan estancados.
  • Muy bien, cuéntame también sobre los mestizos de demonios, ya que sobre … eso no tienes muchos más datos que yo – le dije intentando reprimir el termino Quimera.
  • Pues los mestizos de demonio pueden renunciar a su parte humana y así detener su envejecimiento, es como los ángeles, si ellos cortan sus alas, se convierten en meros humanos con algún que otro resquicio de poder – me explicó esa vez mirándome suspicaz por encima del bote de cerveza. Los cazadores no podemos hacer eso, somos mortales, no podemos renunciar a el lado humano, por lo que seguimos envejeciendo – aquello comenzaba a tener mucho sentido, y las ideas comenzaban a tomar forma en mi cabeza.
  • ¿Cómo se puede matar a un demonio? - pregunté haciendo que casi se atragantara.
  • ¿Para que demonios quieres saber eso? - preguntó con desconfianza.
  • Cultura general Blake, contesta – espeté con rapidez.
  • Arrancándoles el corazón o cortándoles la cabeza y antes de que lo preguntes a los vampiros también de esa manera y a los faes apuñalandoles el corazón con una daga de hierro o algo afilado de ese mismo material.
  • ¿Los faes son buenos o malos? - pregunté cayendo por primera vez en esa raza que no me había preocupado demasiado.
  • Suelen ser buenos, no dan mucha guerra, pero odian a muerte a los demonios y no dejan escapar ocasión para matarlos, de hecho los faes son de los más peligrosos al igual que los vampiros ellos también pueden meterse en tu cabeza y controlarte – otra cosa nueva que apuntarme en mi libreta.
  • ¿Hay alguna forma para protegerse de esas violaciones mentales? - pregunté sacudiendo el bolígrafo que parecía no estar por la labor de seguir escribiendo.
  • Si, ser un demonio o un cazador, son las únicas mentes protegidas de ese tipo de invasión, aunque hay brujas capaces de hacer talismanes para los humanos y resto de criaturas, pero son muy caros y las brujas no están dispuestas a hacérselos a cualquiera, por lo que la única opción viable para que no se metan en tu cabeza es que te alejes de ellos – Blake estaba sospechando de mi, lo podía ver en su mirada suspicaz y decidí no hacer ninguna pregunta más para evitar levantar la liebre y que mi padre me pusiera a Blake de guardaespaldas
  • Muy bien, ha sido muy esclarecedor, ahora voy a trabajar, tengo un book juvenil que montar – si, le estaba echando de mi casa sin ningún miramiento, pero es que todavía estaba enfadada con él.
  • Muy bien, esta noche he quedado con unos amigos cazadores para salir a tomar algo...¿Te apetecería venir? - su invitación me resultó de lo más extraña.
  • ¿Estas seguro de eso? Porque siempre me has apartado de tus amigos y no se si ahora que encima sé que soy una criatura que todos cazaríais...
  • En serio ven y conócelos seguro que te encantan, ademas no tienes de que preocuparte, nadie podrá detectarte, a mi al menos me resulta imposible diferenciarte de una simple humana, aunque hoy hay algo un tanto extraño contigo... bueno, el caso, que mientras no bebas sangre tu parte demonio no sale a la vista – sus palabras me congelaron por dentro e intente poner mi mejor cara de poker.
  • ¿Qué pasa si bebo sangre? - pregunté haciendo que Blake se diera la vuelta me agarrara de los hombros y me empotrara a velocidad y fuerza sobrehumana contra la pared. Un precioso cuadro hecho con una foto que yo había tomado en un viaje a Nueva Orleans se cayó y el cristal se hizo pedazos.
  • ¿Qué demonios has hecho? - me grito agrandando los ojos. El golpe en la cabeza me había dejado algo mareada y no conseguía enfocar los dorados ojos de Blake – Estas distinta, algo ha cambiado en ti, ¿qué has hecho? ¿Has bebido sangre humana verdad? - preguntó aflojando su agarré – Estas igual que cuando desapareciste hace casi nueve años, te siento igual...
  • ¡Se puede saber ¿Por qué demonios me has atacado?! - le dije esa vez con la ira creciendo en mi interior. Golpee su pecho con la mano que tenía libre de agarre y le mande contra la encimera de la cocina a una fuerza mucho más increíble de la que tenía habitualmente.
  • ¡Lo has hecho! - afirmó incorporándose - ¿Estas loca? De esa manera eres mucho más vulnerable, no sabemos si cuando desapareciste alguien supo de tu secreto, solo sabemos que la memoria te fue borrada, pero cuando regresaste habías bebido sangre y aunque sin memoria de lo ocurrido se te notaba cambiada.
  • No te acerques a mi – le dije con lagrimas en los ojos, no sabía muy bien si estaba llorando porque mi mejor amigo me había atacado, o porque me había dado cuenta de que beber sangre podía convertirme en un monstruo y no me preocupaba tanto como debía hacerlo.
  • Lo siento... Norah... nena... lo siento – dijo Blake acercándose a mi poco a poco con las manos levantadas. Me miraba con la misma cautela que a un perro rabioso que no sabes si te va a morder o no, y al parecer así era como lucia yo en ese momento.
  • ¡No me tengas miedo imbécil que sigo siendo yo, tú eres el que me a atacado primero! – le grité furiosa. Me froté la cabeza para quitar un poco el picor del golpetazo y otros golpes esta vez muy furiosos aporrearon la puerta del apartamento. ¡Genial! Seguro que era el señor Choi, mi vecino, para regañarme por el escándalo. Fui corriendo hacia la puerta y abrí con mil disculpas preparadas en la boca. Me sorprendí al ver a Gordon y a Chris al otro lado del marco.
  • ¿Qué demonios pasa aquí? - preguntó Gordon entrando y enfrentando con los ojos a Blake, luego miró el cuadro roto en el suelo y el descascarillado que había dejado mi cabeza en la pared, hasta que no lo vi, no me di cuenta de la magnitud del golpe – Ha caído escayola en el escritorio del capitán y nos ha dicho que subiéramos por si algo estaba pasando. ¿Estas bien? - me preguntó mirándome fijamente a los ojos.
  • Si, no ha sido nada – le mentí, pero era un policía muy listo y yo sabía que esto no lo iba a dejar pasar.
  • Ya hablaremos después – me dijo lanzándole una furibunda mirada a Blake. Chris no abrió el pico en todo el rato que estuvo allí, pero no aparto su intimidante mirada de un Blake que no daba crédito a lo que pasaba. Una vez los detectives se marcharon, no pudo aguantar más sin preguntar.
  • ¿De que los conoces? Pensé que los conociste el día del asalto a tu casa, pero ese hombre es demasiado familiar contigo.
  • Conozco al detective Gordon desde hace más de un año, le he ayudado alguna vez en la comisaria haciéndole de polígrafo – confesé.
  • ¿Sabe lo que eres? - preguntó horrorizado.
  • No, solo sabe que tengo un titulo en expresión corporal y facial, así que no te preocupes – mentí, pues ese titulo me le había conseguido él mismo para poder justificar que mi ciencia provenía de una base real y no de donde quiera que procediera.
  • No puedes hacer más esas cosas, no puedes exponerte – me regañó esa vez sin gritos.
  • No pienso seguir escondiéndome, estoy harta de esta vida tan solitaria y frustrarte, voy a empezar a vivir y a conocer más gente a parte de ti y nuestra familia, me da igual que sin querer en ese afán de conocer gente nueva me encuentre con vampiros, demonios o mestizos... me da lo mismo tengo que arriesgarme – le dije con el corazón en un puño.
  • Pero... no deberías... puede pasarte algo y yo no puedo estar siempre para protegerte – espetó sacándome de mis casillas.
  • Nadie te ha pedido que me protejas, bueno, es posible que mi padre, pero yo nunca te lo he pedido y jamas te lo pediré, de hecho voy a pedirte que me des mi espacio al igual que le he pedido a mi padre que me diera unos días para recapacitar también te lo pido a ti – le exigí nerviosa.
  • ¿Estas segura de que eso es lo que quieres? - preguntó esa vez a la defensiva, su chulería volvía a salir a la superficie.
  • Si, estoy segura, ahora por favor márchate – me dolía en el corazón decir y hacer esas cosas con él y a su vez con mi padre, pero tenía que comenzar a demostrarles a todos que era muy capaz de cuidarme sólita.
  • Intenta que no te maten – dijo antes de marcharse y dar un portazo con la puerta.


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