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sábado, 19 de julio de 2014

Quimera




Capitulo 12




Desperté sintiendo por primera vez desde hacia mucho tiempo el calor de alguien a mi espalda, poco a poco fui notando unos fuertes brazos que me rodeaban bajo las sabanas y la respiración tranquila sobre mi nuca.
Me deleité en esos placeres y me acurruqué en ese calor que sabía y olía tan bien...
Estaba durmiendo en el loft de Chis me dije a mi misma abriendo los ojos de par en par sobresaltada.

  • Quédate así un rato, no lo estropees – dijo sobre mi oído su sedosa y candente voz. Intenté apartarme de él y girarme, pero me apretó con más fuerza.
  • Se suponía que no ibas a dormir – le recriminé mientras me daba la vuelta para mirarlo.
  • Si, pero como roncabas tan plácidamente, me dio envidia - ¿Roncar?
  • Yo no ronco – dije enfadada lo que produjo una desconcertante preciosa y sincera carcajada del demonio.
  • Que fácil es hacer enojar a las mujeres... - afirmó mientras se levantaba de la cama y se ponía una camiseta de manga corta.
  • ¿No trabajas hoy? - pregunté mientras me estiraba de muy maleducada manera.
  • Entro a las seis de la tarde y tengo recados que hacer, se me va ha hacer tarde.
  • Por cierto, cuando te marchaste de mi casa el otro día pude ver una cicatriz oscura en tu espalda – me mataba la curiosidad y no pude evita preguntarle sobre ella - ¿Cómo te la hiciste?
  • Rescatando damiselas en apuros – contestó divertido.
  • Te lo estoy preguntando en serio, ¿Por qué nunca contestas a mis preguntas como dios manda? - le regañé enfurruñada - fue un demonio de venganza ¿verdad? - en ese momento se quedó congelado y me miró perplejo. Un punto para mi que había conseguido sorprenderle.
  • ¿Cómo lo sabes? - preguntó taladrándome con su mirada azul.
  • La verdad es que lo supuse, me dijiste que solo el fuego de demonios vengadores dejaba marca – le confesé un poco desilusionada, había dejado caer mi as de la manga. Asintió como recordando esa conversación y fue hacia la cocina – ¿Qué hora es? - pregunté saltando fuera de la cama.
  • Las tres del medio día, has dormido como un oso – dijo mientras se servia uno de sus cafés – ¿Quieres uno? - preguntó lanzando su sensual media sonrisa.
  • No – espeté nerviosa, pero a medida que me acercaba a él y a su taza, el corazón comenzaba a bombear con mucha fuerza... sentía la necesidad palpitando en mi garganta y antes de que me diera cuenta estaba frente al demonio mirándole con ojos de ternero degollado. Apartó divertido la taza de mi subiéndola con el brazo para que yo no pudiera cogerla, pero mis ojos estaban fijos en otra cosa. Sus labios manchados de sangre.
  • ¿Qué haces? Has dicho que no, así que estoy cumpliendo tus deseos – fue la ultima frase que dijo, me alcé de puntillas y bese sus labios. Al principio con cautela, pero cuando sentí el sabor de la sangre en mi lengua no pude retener el impulso y lo jale del cuello hacia abajo para profundizar ese beso. Chris me lo devolvió. Escuché el estruendo de la taza al romperse contra el suelo mientras el demonio me alzaba contra la encimera de la cocina y se situaba entre mis piernas. El olor a sangre que dejo la taza rota casi me vuelve loca. Deje de besarle para centrar mi atención en la macha roja del suelo y sentí mi ansia crecer hasta un punto que jamas hubiera imaginado – Es ansia por la sangre... - se dijo más a él que a mi. Me sujeto fuertemente de los brazos y me sacó de su apartamento a velocidad demoníaca.
  • ¿Qué haces...? - pregunté estando una vez dentro de mi apartamento – Solo quería beber un poco... he perdido los papeles... dios mio perdona... - me disculpé a medida que me daba cuenta de que me había comportado como una heroinomana.
  • Esto lo has provocado tú, si no te hubieras privado de sangre toda la vida ahora no estarías en esa situación... y ademas si bebieras sangre serias menos vulnerable, tus sentidos se agudizarían mucho mas, tu fuerza y velocidad se multiplicarían y lo más importante estarías fuera del alcance mental de los vampiros – sus ultimas palabras encendieron un chip en mi cabeza. Nathan Mills, me había pedido que no bebiera sangre para hacerme recordar... ¿un poco de sangre de la boca de un demonio contaba? Me pregunté avergonzada.
  • Lo siento... - me disculpé de nuevo, pero esa vez Chris simplemente se dio la vuelta y cerró la puerta con un tremendo portazo, que termino por joder del todo la ya casi destruida cerradura.



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