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miércoles, 2 de julio de 2014

Bewaarder





                                                                 Capitulo 6

Leah por fin había llegado a Sumburgh, ya había recogido su maleta y estaba alquilando un coche para poder llegar a Ullion, la localización del pueblo era secreta, nadie que no tuviera sangre druida o sangre de bruja podría ver el pueblo, de todas formas tampoco había mucha gente que se adentrara tanto en las Highlands como para encontrarlo.
La simpática chica de la casa de alquiler le había conseguido un buen 4x4, que era justo lo que necesitaba. Cargó el equipaje en el vehículo y puso rumbo al norte.
Había comprado en Sumburgh algo de comida, alrededor de la una y media del medio día paró en el arcén de la carretera para poder comer algo, pronto se adentraría campo a través y necesitaba estar despejada para poder acordarse bien de cuál era el camino exacto para llegar a la comunidad.
Después de muchas horas de aburrimiento conduciendo por caminos y senderos comenzó a visualizar el humo de las chimeneas, aunque oficialmente estaban en verano, las temperaturas en esa parte de Escocia no superaban los 16ºC, por suerte había ido bien preparada y se había traído toda la ropa de invierno que tenia, pues era realmente friolera.
A medida que se acercaba veía más claramente las grandes casas de piedra que formaban el pueblo, según parecía no había cambiado nada en esos últimos diez años.
Aparcó frente a la que siempre había sido la casa de su abuelo, la excitación y la alegría la inundaban, quería mucho a ese viejo sabio. No se molestó en cerrar el coche ni en bajar el equipaje, directamente se precipitó sobre la gran puerta de madera de la casa, que como siempre, estaba abierta.

  • ¡Abuelo! – llamó.
  • ¡Pequeña, por fin llegaste! – Dijo mientras salía del salón y se acercaba para abrazarla – cuanto te he extrañado – le susurró al oído, Leah imaginó que no estaba solo y no se equivoco, cuando la llevo al salón pudo ver a sus dos invitados.
  • ¡Phaul! – gritó ella mientras se abalanzaba contra su amigo.
  • Estas guapísima, casi no te reconozco – dijo él riendo mientras la estrechaba contra su pecho. Él también había cambiado mucho, ya no era ese muchacho larguirucho y desastroso con el que jugaba y se reía, pero en sus ojos seguía teniendo ese brillo de bribón busca líos.
  • Que ganas tenia de veros – dijo Leah mientras se acercaba a Hank que estaba sentado en el sofá y le daba un beso. Siempre le daba no se qué estar cerca del hermano mayor de Phaul, con eso de que sabía lo que estabas pensando, era algo incomodo. Hank se río y ella supo que acababa de leer ese pensamiento – ¡no hagas eso! – le gritó en broma.
  • No puedo evitarlo – dijo mientras se reía y se volvía a sentar.
  • ¿Solo estamos nosotros? – preguntó Leah en general.
  • Si, de momento solo hemos llegado nosotros, tú has sido realmente rápida – le dijo su abuelo – por lo que sabemos Erik Jakob está viviendo en un pueblo de Noruega y Selene Dailing vive en Oviedo, pero como es azafata cuando el tatuaje se activo podría haber estado en cualquier sitio, imagino que llegaran en los próximos días, y hasta que ellos no lleguen no convocaremos al consejo de druidas.
  • Salí de Chicago lo antes posible, aunque me ha costado casi un días llegar hasta aquí, imagino que ellos estarán al caer, ¿sabéis que está pasando? – preguntó Leah mientras revoloteaba por el salón.
  • No tenemos ni la más remota idea – dijo Phaul sentándose en el sofá, Leah se acerco y se sentó junto a él, que inmediatamente le pasó el brazo por los hombros y ella se dejó acurrucar mientras pensaba en lo que le había dicho Peter sobre los niños secuestrados.
  • Ese dato lo podrías compartir con nosotros – dijo Hank que le había vuelto a leer el pensamiento.
  • ¿Cómo es que no te vuelves loco? – le preguntó ella mientras le hacia un mohín de disgusto.
  • Costumbre – aclaró con una media sonrisa. Luego Leah procedió a contarles todo lo que había hablado con el cazador, los tres se quedaron de piedra y un silencio pesado y temeroso cayó en el salón.
  • Tenemos que avisar a los druidas sobre eso, dejármelo a mí, ahora si queréis enseñarle a Leah su habitación – dijo su abuelo mientras se levantaba y se ponía su chaquetón – ya no tenéis casas individuales, están todas ocupadas, pero aquí hay dos habitaciones libres que podéis compartir, compartiréis la casa conmigo – después le dio un beso a su nieta y se marchó.
  • Vamos por tu maleta pequeñaja, vas a ser mi compañera de cuarto – dijo Phaul mientras la acompañaba al coche, Hank se quedo tomándose su café frente a la chimenea.

Cuando descargó la maleta y la subió a su dormitorio se dio cuenta de un gran problema, solo había dos baños en toda la casa, no había cosa que más le molestara que tener que compartir un cuarto de baño, compartir la habitación no le importaba demasiado, pero lo del cuarto de baño… era otro cantar, bueno, no se le podía hacer nada, pensó resignada.

Estuvieron un largo tiempo sentados en el salón poniéndose al día, aunque Hank no era muy hablador, su hermano Phaul lo era por los dos, seguía siendo extravagante y extrovertido, tenía una vitalidad alucinante, Leah no se había dado cuenta de cuánto lo extrañaba hasta ese momento.

  • Tengo muchas ganas de que esta maldita cosa deje de brillar – comentó Phaul remangándose la sudadera y dejando visible su tatuaje luminiscente.
  • ¿Crees que tardaran mucho en llegar? – preguntó Leah enseñándole el suyo.
  • ¡Ya estoy aquí! – gritó alguien desde la puerta.
  • ¡Selena! – gritaron Phaul y Leah en respuesta. Hank se quedo patidifuso cuando vio a la exuberante mujer en la que se había convertido nuestra pequeña cuenta cuentos. Desde que era pequeña siempre le había gustado contar historias de terror y fantasía, todos se sentaban alrededor del fuego para escucharla divagar sobre hadas y duendes.

Hubo muchos abrazos y besos, luego Leah fue a la cocina para preparar un par de cafés mientras los chicos ponían al día a Selena.

  • Eso de los niños es horrible – dijo Selena cuando Leah la tendía el café y se sentaba junto a ella y Phaul.
  • Si están vivos los rescataremos, al fin y al cabo también es nuestro deber – dijo Hank, que solo tenía ojos para Selena, la verdad es que era una mujer preciosa, Morena con el pelo largo, su piel a diferencia de la de Leah, pálida y típicamente irlandesa, era de color tostado, típica piel mediterránea, tenía los ojos negros como el carbón y unos labios llenos y sensuales.

  • ¿Sabéis cuando va a llegar Erik? – preguntó Selena mientras tomaba un sorbo de café y los miraba por encima de la taza.
  • No, pero siempre se las apaña para llegar el ultimo a todos los sitios, siempre se ha creído el ombligo del mundo, no creo que haya cambiado mucho – dijo Phaul torciendo el morro con disgusto – esperemos que este aquí mañana para poder empezar hacer… ¿Qué cojones tenemos que hacer? – Leah no pudo evitar partirse de risa, Phaul siempre tenía ese efecto en ella, con cualquier chorrada que dijera, Leah se moría del cachondeo.
  • No lo sé, se supone que nos lo dirán cuando estemos todos – dijo Hank. Leah no pudo evitar pensar en la buena pareja que hacían él y Selena, para su más absoluta vergüenza y la de Hank, él la había pillado pensando sobre él y Selena, así que, se puso colorado y miró tímidamente a Leah antes de bajar la vista a la alfombra.
  • ¿Qué pasa? – preguntó Selena que se había dado cuenta de nuestro intercambio silencioso de palabras.
  • Nada, bueno, yo me voy a ir a la cama, son las diez de la noche y no he descansado casi nada en estos últimos dos días – dijo Leah mientras se levantaba.
  • ¿No vas a cenar? – le preguntó Phaul.
  • Realmente no tengo hambre – contestó ella.
  • Voy contigo, yo tampoco estoy muy vivaz – dijo Phaul – Selene, puedes compartir habitación conmigo y Leah si quieres, pero en la de Hank hay una cama mucho más cómoda que la supletoria de nuestro cuarto.
  • Me quedare con Hank – dijo ésta. Leah no pudo evitar pensar en la fuerte tensión sexual que había entre esos dos y el cotilla de Hank la fulminó con la mirada en advertencia.
  • Si no te gusta lo que escuchas no lo escuches, cotillo – le dijo Leah para su asombro, mientras subía las escaleras seguida de Phaul.

El dormitorio era muy acogedor, tenía una cama grande de matrimonio y dos camas supletorias de noventa, no había calefacción ni chimenea, por lo que la ropa de cama era tan gruesa como la que se utilizaba en invierno, la cama grande tenia puesto un juego de sabanas de franela, regalo que Leah le hizo a su abuelo por Yule1, y un gran nórdico de plumón.
Las dos camas supletorias tenían dos o tres mantas gruesas de lana y un par de juegos de sabanas infantiles, Leah pondría la mano en el fuego a que esas sabanas tenían más años que ella.

  • Tu duerme en la cama grande – le dijo Phaul cuando la vio escrutar el dormitorio.
  • Por mi no hay problema, cuando éramos pequeños dormíamos juntos, puedes quedarte conmigo en la cama grande hasta que llegue Erik – le dijo sin pensar.
  • ¿Erik va a dormir contigo? - le preguntó con una expresión de asco y conmoción en su cara. Leah puso los ojos en blanco y se río.
  • ¡No! – dijo entre carcajadas – es solo que ya sabes cómo es la gente, no quiero que piensen mal, además no quiero darles nada de lo que hablar al consejo druida, ya sabes que siempre tocan las narices con eso de centrarse en la misión y no dejarse distraer por cosas tan banas como el amor o el sexo.
  • Por mi perfecto, cuantos menos días duerma sobre esa cama torturadora mucho mejor, además, últimamente me van más los chicos que las chicas– dijo señalando una de las camitas auxiliares y encogiéndose de hombros, Leah se quedó perpleja.
  • ¿Eres bisexual? – le preguntó más que sorprendida.
  • Si, ¿no te importa no?- la contestó mirándola con recelo.
  • Que va, mi amiga Lissa también lo es, tiene que ser realmente chulo, así tenéis el cien por cien de posibilidades de ligar, los hetero solo tenemos el cincuenta – le dijo ella haciendo sus cálculos. Phaul se troncho de la risa con su argumento.

Durante los primeros diez minutos de aseo antes de irse a la cama Leah no notó el frio, cuando ya tenía puesto el pijama de tortugas marinas con el que Phaul se había descojonado vivo, empezó a notar las bajas temperaturas de la noche Escocesa.
Phaul ya estaba metido en la cama con un pijama azul marino de lana, ella se metió bajo el nórdico junto a él y comenzó a entrar otra vez en calor. Estuvieron hablando un rato antes de dormirse, pero Leah no aguantó mucho y cayó rendida enseguida.

Phaul y ella se querían como hermanos, no le importaba nada dormir en sus brazos, aunque la verdad es que añoraba mucho tener a su alrededor los brazos de un amante, hacia más de un año que había roto con el capullo de su ex, un payaso egoísta que prefirió su carrera laboral a estar con ella, desde que rompieron solo había tenido una aventura de una noche, una bonita noche en la cama con Nyhan, pero lo que ella añoraba no era el sexo, eso se podía conseguir cuando quisieras, añoraba estar conectada a un chico, extrañaba estar enamorada, aunque la verdad es que no sabía si lo había estado alguna vez, solo había tenido dos relaciones duraderas en sus 22 años, pero nunca se había sentido realmente completa, sí, los había querido mucho, pero no sabía si eso era el amor o si la el amor era algo más profundo que todavía no había encontrado.

1Es una gran fiesta que se celebraba del 20 al 23 de diciembre. Se celebra el solsticio de invierno, en la noche más larga del año.
Con esta fiesta se convoca el fin de la oscuridad y el retorno de la luz y la esperanza.

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